EL
PICAFLOR
Un día
llegó una carta al Valle Sagrado de Cusco que las mariposas bajaron desde Hanaq
pacha, el cielo.
-Vamos
a ver de qué se trata –alborotaron los niños.
-¿Quién
la estará mandando? -se preguntaron llenos de curiosidad.
-!Sorpresa!
-exclamaron alegres. -Es una invitación para una competencia entre las aves.
-Aquella
que llegue primero al Hanaq pacha, -decía el escrito, se bañará en los rayos
del sol y su plumaje brillará con los colores del arco iris.
Las aves, que en esa época hablaban, se entusiasmaron al conocer la noticia y acudieron en tropel.
-¡Qué
bonita invitación!
-¡Vamos
a inscribirnos!
-¡Orden,
orden, señoritas y señores! -pidió la lechuza que fue elegida como juez.
-Déjenme
registrar su participación! La haré con mucho gusto.
El
movimiento se detuvo cuando apareció el cóndor, el ave más grande del mundo que
vuela.
-¿Irá
él? –preguntaron desanimadas las aves a la lechuza.
-Todas
tienen derecho a competir, -contestó la jueza apenada.
-Entonces
nos retiraremos, -desistieron en conjunto.
-Sus
alas son poderosas. Estaríamos en desventaja.
-Es
verdad -, asintió la lechuza. – Lo siento. Estarían por llegar a la punta del cerro
y él habría hecho el mismo recorrido muchas veces.
Sin
embargo, otras aves decidieron seguir.
-Lo
que es por mí no renuncio –sostuvo el gavilán. –Voy a entrenar- Será
emocionante bañarse en los rayos del sol.
-Yo
también lo intentaré –exclamó el halcón.
-No
pienso quedarme atrás – agregó el águila.
- En
eso escucharon una vocecita alegre como una campanita.
-¡Cuenten
conmigo, quiero un plumaje de colores!
-¡Queeé…
-se sorprendieron todos -. Estás soñando
hermanito picaflor. Tu propuesta es un desatino o es una broma. ¡Ja, ja, ja!
-Si
quiere tiene derecho –sentenció la lechuza. -Puede ir.
-¿Me
ayudan? –preguntó el halcón a los niños del pueblo de Ocongate.
-Claro. Vamos a trabajar contigo.
-¿Qué
debo hacer?
-Volarás
de aquí al cerro y regresarás varias veces cada día. Te daremos la voz de
partida Juanita y yo con un banderín –le indicó Panchita.
-En el
punto de llegada te esperarán Martín, Luisa y José con otro banderín.
Trata
de ser más rápido cada vez.
-¿Tienen
un programa para mí? -les pidió el águila.
-Vas a
levantar atados de maíces tratando de subir muy alto hasta que tus alas se
pongan fuertes.
-El
contrapeso es la clave –le explicó Victoria.
-¿Pesarán
mucho esos atados de maíces?
-Ni
tanto –contestó una de sus amiguitas-
-La
cuestión es hacer diez subidas y diez bajadas cada vez, ¿entiendes?
-Sí …
¡uf, uf, uf¡
-¿Yo
que haré? –quiso saber el gavilán.
-Vas a
saltar la soga. Estás muy gordo –observaron entre risas Paulina y Alejo. - -Será
un juego para ti.
-¿No
será muy seguido, eh?
-Tendrá
que ser así. Un descanso y… otra vez.
-¡Bueno,
allá voy!
El día
de la prueba se pusieron en el punto de partida el cóndor, el águila, el
halcón, el gavilán y…
-Esperen
–dijo la lechuza.-¿Alguien ha visto al picaflor?
-No ha
venido.
,¿Qué
hacemos? ¿Esperaremos que aparezca?
-Competencia
es competencia –dijo la lechuza. –Salen los que han venido.
-Ya me
parecía que ese pajarito era un fanfarrón -, comentó el águila -. ¡Vamos!
-¡Suerte
campeones! -, le gritaron los niños.
-Mis
alas no dan más –se rindió el águila.
-Pero,
al menos llegué al segundo nivel.
-¡Ay!
Yo siento calambres. Será mejor que me quede en esta nubel
Si se
pasan seguiré -, exclamó adolorido el halcón.
-Podría
haber hecho un esfuercito si me hubiera ayudado el viento amigo –se lamentó el
gavilán.
-Me
hubiera gustado, pero está prohibido –le contestó el viento.
Antes
de llegar el cóndor dio muestras de agotamiento y se durmió en la última nube,
seguro de haber ganado.
-Una
pestañadita y estaré fresco para bañarme en los rayos del sol, suspiró y cerró
los ojos.
Cuando
los volvió a abrir se quedó boquiabierto. No lo podía creer.
El
picaflor ya estaba retozando entre los rayos del sol.
-¡No,
no. Esto no puede ser! –gritó -Aquí hay trampa.
–Nada de
eso –le explicó el sol –el picaflor llegó cuando descansaste en la nube.
Los
niños celebraron el triunfo del picaflor, pero quisieron saber cómo logró esa
proeza.
-Yo estaba
triste por mi color –se disculpó –y cuando supe del vuelo pensé que era mi
oportunidad. Sin embargo sabía que no iba a llegar.
-Entonces
me fui de pasajero entre las plumas de las aves, pasando de una a otra.
-¿No te
parece que has hecho mal-, le reprocharon los niños. -Ellas estarán molestas.
-Picaflor
picarillo, mereces una paliza - fue su reacción cuando les confesó muy asustado
su aventura.
En eso
se echaron a reír. Sus ¡jo, jo, jo, ja, ja, ja! fueron música para mis oídos.
-Me perdonaron –terminó alegre batiendo sus alitas, ahora con chispas de colores.
Los cuentos
infantiles son diversos. La historia del picaflor me gustó y la ambienté en el
lugar donde me la contaron, agregándole la lechuza y los niños. Me extraña la observación
de algunos maestros de que en lugar de enseñar el viaje del picaflor diera un
mal ejemplo. Hice que confesara su falta y pidiera perdón, Parece que no es
suficiente. Lo siento. Los cuentos no son como las fábulas de Esopo o los
cuentos que aparecen animados en la televisión o en las revistas.
Gracias.
oh maestra muy lindo
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