martes, 13 de abril de 2021

 

EL PICAFLOR

 

Un día llegó una carta al Valle Sagrado de Cusco que las mariposas bajaron desde Hanaq pacha, el cielo.

-Vamos a ver de qué se trata –alborotaron los niños.

-¿Quién la estará mandando? -se preguntaron llenos de curiosidad.

-!Sorpresa! -exclamaron alegres. -Es una invitación para una competencia entre las aves.

-Aquella que llegue primero al Hanaq pacha, -decía el escrito, se bañará en los rayos del sol y su plumaje brillará con los colores del arco iris.

Las aves, que en esa época hablaban, se entusiasmaron al conocer la noticia y acudieron en tropel.


-¡Qué bonita invitación!

-¡Vamos a inscribirnos!

-¡Orden, orden, señoritas y señores! -pidió la lechuza que fue elegida como juez.

-Déjenme registrar su participación! La haré con mucho gusto.

El movimiento se detuvo cuando apareció el cóndor, el ave más grande del mundo que vuela.

-¿Irá él? –preguntaron desanimadas las aves a la lechuza.

-Todas tienen derecho a competir, -contestó la jueza apenada.

-Entonces nos retiraremos, -desistieron en conjunto.

-Sus alas son poderosas. Estaríamos en desventaja.

-Es verdad -, asintió la lechuza. – Lo siento. Estarían por llegar a la punta del cerro y él habría hecho el mismo recorrido muchas veces.

Sin embargo, otras aves decidieron seguir.

-Lo que es por mí no renuncio –sostuvo el gavilán. –Voy a entrenar- Será emocionante bañarse en los rayos del sol.

-Yo también lo intentaré –exclamó el halcón.

-No pienso quedarme atrás – agregó el águila.

- En eso escucharon una vocecita alegre como una campanita.

-¡Cuenten conmigo, quiero un plumaje de colores!

-¡Queeé…  -se sorprendieron todos -. Estás soñando hermanito picaflor. Tu propuesta es un desatino o es una broma. ¡Ja, ja, ja!

-Si quiere tiene derecho –sentenció la lechuza. -Puede ir.

-¿Me ayudan? –preguntó el halcón a los niños del pueblo de  Ocongate.

-Claro. Vamos a trabajar contigo.


-¿Qué debo hacer?

-Volarás de aquí al cerro y regresarás varias veces cada día. Te daremos la voz de partida Juanita y yo con un banderín –le indicó Panchita.

-En el punto de llegada te esperarán Martín, Luisa y José con otro banderín.

Trata de ser más rápido cada vez.

-¿Tienen un programa para mí? -les pidió el águila.

-Vas a levantar atados de maíces tratando de subir muy alto hasta que tus alas se pongan fuertes.

-El contrapeso es la clave –le explicó Victoria.

-¿Pesarán mucho esos atados de maíces?

-Ni tanto –contestó una de sus amiguitas-

-La cuestión es hacer diez subidas y diez bajadas cada vez, ¿entiendes?

-Sí … ¡uf, uf, uf¡

-¿Yo que haré? –quiso saber el gavilán.

-Vas a saltar la soga. Estás muy gordo –observaron entre risas Paulina y Alejo. - -Será un juego para ti.

-¿No será muy seguido, eh?

-Tendrá que ser así. Un descanso y… otra vez.

-¡Bueno, allá voy!

El día de la prueba se pusieron en el punto de partida el cóndor, el águila, el halcón, el gavilán y…

-Esperen –dijo la lechuza.-¿Alguien ha visto al picaflor?

-No ha venido.

,¿Qué hacemos? ¿Esperaremos que aparezca?

-Competencia es competencia –dijo la lechuza. –Salen los que han venido.

-Ya me parecía que ese pajarito era un fanfarrón -, comentó el águila -. ¡Vamos!

-¡Suerte campeones! -, le gritaron los niños.

-Mis alas no dan más –se rindió el águila.

-Pero, al menos llegué al segundo nivel.

-¡Ay! Yo siento calambres. Será mejor que me quede en esta nubel

Si se pasan seguiré -, exclamó adolorido el halcón.

-Podría haber hecho un esfuercito si me hubiera ayudado el viento amigo –se lamentó el gavilán.

-Me hubiera gustado, pero está prohibido –le contestó el viento.

Antes de llegar el cóndor dio muestras de agotamiento y se durmió en la última nube, seguro de haber ganado.

-Una pestañadita y estaré fresco para bañarme en los rayos del sol, suspiró y cerró los ojos.

Cuando los volvió a abrir se quedó boquiabierto. No lo podía creer.

El picaflor ya estaba retozando entre los rayos del sol.

-¡No, no. Esto no puede ser! –gritó -Aquí hay trampa.

–Nada de eso –le explicó el sol –el picaflor llegó cuando descansaste en la nube.

Los niños celebraron el triunfo del picaflor, pero quisieron saber cómo logró esa proeza.

-Yo estaba triste por mi color –se disculpó –y cuando supe del vuelo pensé que era mi oportunidad. Sin embargo sabía que no iba a llegar.

-Entonces me fui de pasajero entre las plumas de las aves, pasando de una a otra.

-¿No te parece que has hecho mal-, le reprocharon los niños. -Ellas estarán molestas.

-Picaflor picarillo, mereces una paliza - fue su reacción cuando les confesó muy asustado su aventura.

En eso se echaron a reír. Sus ¡jo, jo, jo, ja, ja, ja! fueron música para mis oídos.

-Me perdonaron –terminó alegre batiendo sus alitas, ahora con chispas de colores.

Los cuentos infantiles son diversos. La historia del picaflor me gustó y la ambienté en el lugar donde me la contaron, agregándole la lechuza y los niños. Me extraña la observación de algunos maestros de que en lugar de enseñar el viaje del picaflor diera un mal ejemplo. Hice que confesara su falta y pidiera perdón, Parece que no es suficiente. Lo siento. Los cuentos no son como las fábulas de Esopo o los cuentos que aparecen animados en la televisión o en las revistas.

Gracias.

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