domingo, 18 de octubre de 2020

 

ESTRELLAS EN LOS SURCOS

Esta es la segunda parte del blog que salió en un domingo anterior. Lleva anotaciones recogidas en Tupe.

Mil disculpas por el retraso.

Alfonsina Barrionuevo


 

‘Aquella es la ch’isin ch’aska, -estrella primera, bella como ninguna.- A medianoche sale la Qoyllur,  -estrella de las princesas -,  la lluthu, que se oculta de rato en rato es la estrella perdiz. Por allá van las Hatun Calvario o Qolqa, que forman la gran Cruz del cielo. Washington Acurio  dice que son diez estrellas más o menos, aunque varía su número según el lugar. Si la cabeza es más luminosa indica un adelanto de lluvias y se siembra en setiembre y octubre, si la cabeza es opaca y el resto luminoso hay que esperar hasta noviembre. Si son brillantes las del pie aguardar hasta diciembre porque las lluvias serán tardías. El hanp’atu o estrella sapo salta sobre nuestras cabezas cuando atardece. La llamañawi camina con los rebaños y al amanecer prende su luz la ch’aska paqareq,  estrella matutina.’

La luna tiene también influencia en los campos. Los tubérculos que crecen bajo tierra se deben sembrar en cuarto menguante o luna nueva. Lo que la tierra produce encima en luna creciente o luna llena.

El viento, wayra, es un viejo de pómulos hinchados y desgreñada cabeza que trota desnudo por los campos, haciendo volar los techos de las casas, derribando árboles y girando sobre sí mismo, como un trompo de trecho en trecho porque es  loco. Hay un aire mujer de formas transparentes que se aroma con las esencias del día y un aire varón que hace sonar su cuerpo como una castañuela a la orilla de los ríos. El mankap’aki es un viento niño que hace sus ollitas en las playas de arena de los ríos. A quien los pisa los encanta y les hace caer.

En Ampay y Makay Dios pertenece también a la leyenda. La lluvia es una doncella que nace en el corazón helado del Ausanqati y el Salqantay, cumbres nevadas, pero se queda en el cielo cuando San Pedro le cierra las puertas. Los hombres hacen entonces que griten los niños a Dios golpeando unas latas vacías de leche, porque Él ya está sordo y sólo les escucha a ellos. ‘¿Por qué hacen tanta bulla? ¿Qué quieren los inocentes?’, pregunta mortificado. “Quieren que salga  la lluvia”, contesta gruñendo el bienaventurado pescador de Galilea. “Pues, que baje”, ordena el Señor. 

La lluvia tiene trajes diferentes según los meses del año. La Chiripa phuyu, se envuelve en un chal blanco que parece hecho con una nube de granizo; la rit’ipara es, menudita, con copos de nube; chirapa, que lo lleva entretejido con rayos de sol y  enferma; mistimanch’achiy, ¡que sólo asusta a los blancos!”

El arco iris es un ser maléfico que enreda en sus siete brazos de colores a hombres y animales, y los mata. Nace en el vientre de las nubes negras, en la niebla de los pantanos, en el ojo de los puqyus. El Inti cometa encierra al sol en sus anillos y abre las puertas del cielo con llave de oro para que salga la lluvia. El usa k’uichi, que es azul, se bebe en cambio toda el agua y seca el cielo.                                                                                                

Así los hombres de Ampay y Makay se mezclan con los personajes del tiempo y del espacio y conviven con ellos, recibiendo su ayuda o soportando sus extravíos. “Hay un granizo, el hatun chiqchi que es malvado porque roba los sembríos y otro, el mikhuy chiqchi que es como una hermanito pequeño y bondadoso que lleva en su corazón un grano de tierra que sirve de abono. El rayo o qhaqa es la espada de oro del patrón Santiago que rasga los cielos cuando está enojado. La nevada es el aliento tibio de la tierra que se convierte en rocío de nieve entre las manos del tiempo.

Para Abdón Yaranga, investigador peruano de la Sorbona, París, Mama Killa, la luna se identifica con la mujer, señala su periodo de fertilidad, marca los hitos de los meses y está asociada con las Pléyades. Por eso se relaciona con Saramama; el maíz; con Papamama, la papa y Kokamama, la koka. Ellas son sustento de la humanidad,  alimento de los seres vivientes, mitigadoras del cansancio y generadoras de su fuerza vital.

Choqe Chinchay , representado por un felino de dos cabezas, anuncia o determina la ciclicidad de Pacha, el tiempo-espacio. Mama Yaku o madre agua, origina los ciclos históricos. Inicia y regresa al fin del ciclo. Es germinativa. En el ritual del agua nueva, cuando se limpian las acequias, el agua es un ser bisexuado y acumula las energías de la creación. Es semen viril, residencia de la vida, vigor, eternidad y también esperma, concepción.

En Tupe, un pequeño pueblo de Lima, a unos kilómetros del mar, en Cañete, se habla una lengua muy antigua, el kauke o Jakaru, originaria del pukina que se hablaba en el altiplano del sur, en Puno. La gente del lugar, donde antes se llegaba a pie desde Pakaraos (¿), observa el cielo con minuciosidad cuando la noche es clara, limpia, entre mayo y octubre, y se llena de estrellas.

Al Sol que se ve de día le llaman Pat sá. A la Luna, Man tsá, y conocen sus cuatro fases. La reconocen como Pá-se, cuando está apareciendo o naciendo; il’a, cuando es luna nueva; pà-se-kiwa, cuando cambia a cuarto menguante. Wa-xára es el nombre de las estrellas. Cada grupo o constelación tiene su nombre, escribe Alejandro Matos Avalos. Káx-ra, la escalera; usukia, la perdiz; Mayu el río de estrellas, la Vía Láctea.

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