lunes, 10 de febrero de 2020


MAMA QAQA
MADRE PIEDRA

La Mama Qaqa lde Machupiqchu es una poderosa wanka incrustada sobre su base simulando un segundo piso. La gran roca mereció que le hicieran un muro circular finamente pulido, muy parecido al que protege la wanka del Qorikancha,  el templo inka que fue cedido por uno de los Pizarros a los frailes dominicos, hace más de cuatrocientos años.
Cada vez que llego a su aposento siento el imperio de su fuerza y su voz muda, como una voluntad de comunicarnos pero no encuentro la forma. La sensación aflora como un hormigueo de abismos que no pueden tocarse. Esta salqa rumi admirable, recia, que aflora en ese sitio, podría decirme cuántos miles de veces la arropó el sol, cuántos le acompañó la luna, cuántos se sentaron las estrellas en sus ventanas, cuántos escuchó la música de la lluvia, cuántos se holgó a la sombra de las achiwas del viento y cuántos las nubes hicieron rondas en su espacio, como si quisieran envolverla en una danza mágica.
En su templo se aprecian torneados clavos de piedra, colocados con simetría, que pudieron haber sostenido cenefas de oro y plata. Ventanas trapezoidales de dos clases. Unas falsas para poner seguramente piezas de oro, y, otras abiertas, para que la gran wanka pudiera avizorar y dominar sin restricciones el medio circundante. Al mirarla se siente que ella manejaba, desde su posición, el sistema pétreo del santuario y lo sigue manejando.

Mama Qaqa
Foto: Peruska Chambi
Una de sus ventanas es de mayor tamaño. El arqueólogo Marino Sánchez le llama ‘ventana enigmática’ y supone que estaba enchapada con piedras semipreciosas, turquesas, lapizlázuli y conchas marinas. Allí cayó un rayo que hizo un rasguño a la rotunda wanka. Es de preguntarse si el fenómeno ocasionó el abandono del santuario. Cuando caía en un lugar se consideraba que lo tomaba como suyo. 

Mama Qaqa. Qorikancha
Foto: Fernando Seminario
En una oquedad, que pertenece al primer piso y que siempre está en penumbra hay otro ambiente sin explicación. Los constructores le colocaron muros, al parecer de contención con hornacinas para vasijas de oro y plata de las ceremonias. Al centro hay una plataforma con su gnomon, que recibía tal vez ofrendas al Ukhu Pacha. En su abertura, bien definido, se luce el zigzag del rayo, en un abrazo luminoso bien captado por José Álvarez Blas en una magnífica fotografía.
La Mama Qaqa de Qosqo es citada por Juan Polo de Ondegardo en su relación de las wakas y seqes del Kuntisuyu. Dijo que en el primer seqe, llamado Anawarqe, la primera waka era una piedra salqa rumi, piedra salvaje, intocada que se llamaba Subaraura y  estaba en el mirador de Santo Domingo.
El licenciado no podía saber que era una waka principal, la madre de las grandes rocas o wankas de Qosqo que valía por sí sola. Ella debe nacer de una hondura profunda, como una raíz que se prende en un arcano. Su cerco o tambor es casi idéntico al que existe en Machupiqchu. Yo venía sospechando que allí debió haber existido, o existe una wanka envuelta en un manto de silencio.
Alfonsina Barrionuevo

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