lunes, 9 de diciembre de 2019


EL UKHUMARI Y KUKULI (II)
Kukuli, la primera película filmada en qechwa hace más de cincuenta años volvió a figurar entre las noticias del cine peruano. La desaparición de Judith Figueroa, su protagonista, fue sentida también en las redes sociales de internet. Sigo con el oso raptor de doncellas y  los realizadores.
Alfonsina Barriomevo

Al cabo de larguísimos años el traje de Q’atqa que lució Kukuli es una evidencia étnica. Su corte aún se mantiene con una variante, la aplicación de enormes florones que popularizó un bordador de Huancayo en el Qosqo. Ofrecerlos a las jóvenes de sus comunidades fue un gran negocio para él Desde fuera ‘modernizó' sus polleras, casacas y hasta las graciosas monteras tomadas al  asalto, ganando en alegría, pero perdiendo en elegancia e identidad. Sus diseños ecológicos de aves, flores, reptiles, ojos de agua, ríos, campos sembrados, que era nominativo de su lugar de origen fueron dados de baja.
Cuando Hernán Velarde, Luis Figueroa y César Villanueva concluyeron el libro de cine se perfiló la necesidad de incorporar al equipo una persona experimentada en filmación. No tuvieron que pensarlo dos veces. En el Qosqo ya era conocido Eulogio Nishiyama que había hecho cámara en dos películas extranjera, además de ser su amigo. Hombre de pocas palabras apenas se lo plantearon dijo que bueno y fue suficiente.  En el Qosqo tenía su fotografía y medios para conseguir el material  indispensable. Las soluciones de cualquier problema las tenía siempre a mano. En un Corpus memorable para mí me dio su cámara Rollei nueva, una preciosidad de cuatro por cuatro, para que tomara fotos de las vírgenes y santos que quería mostrar en colegios de Lima. Quise que un fotógrafo profesional me las tomara y como pidió una suma exorbitante compre mi pasaje en avión, una cámara de segunda mano y fui al Qosqo a la aventura. La cámara se atascó pero su ayuda me salvó. Le advertí que nunca había tomado una foto y dijo que lo haría bien. El tiempo era ideal, ajustó la Rollei en 125 de velocidad y 16 de apertura, y solo me dio un consejo, que cuidara siempre de tener tras mío la luz del sol como una lámpara.


En tiempo de carnavales los solteros de las comunidades campesinas, hombres y mujeres, se reúnen lugares estratégicos para encontrar pareja. No fue posible ir a ninguna ni se podía esperar al año siguiente. Ellos se decidieron por la fiesta de la legendaria Virgen del Carmen de Paucartambo. Primero porque era una fiesta grande muy concurrida, con una constelación de bailarines como los saqras de máscaras alucinantes que asustaron a Kukuli. Segundo, por una razón poderosa. En el pueblo de callejas pintadas vivía Raúl Figueroa, hermano de Lucho y de Judith. El grupo fue invitado por el dueño de casa y tuvo alojamiento y alimentación.


El 80% de la filmación se realizó en Paucartambo, desde la entrada de Kukuli al pueblo y a la casa del alferado o mayordomo de la fiesta, donde ella ingresa muy tímidamente para entregar unos quesillos y los huevitos de perdiz acomodados por su abuela en anillos de paja.
El encuentro con Alako es breve y significativo, una fruta y una flor que él le alcanza y que ella recibe con una sonrisa que se apaga porque siente escalofríos cuando ve al ukhuku, el oso, mitad bestia, mitad humano, quien acude a la fiesta para comenzar a perseguirla.
Alako fue Víctor Chambi, hijo de Martín Chambi, el famoso fotógrafo de Coasa, Puno. Llegó de estudiar artes gráficas en Buenos Aires, Argentina, y se encontró con la propuesta para encarnar al protagonista. Al principio su negativa fue rotunda. No le gustó tampoco vestir el traje andino. Al pasar los días, con la presión de sus familiares y amigos su resistencia fue disminuyendo y terminó situándose dentro de la historia. Sobre todo porque su papel sería muy corto. 

El ukhuku arrancó a Lizardo de su trabajo cotidiano, el recordado Ciskucha Pérez, que era regerte del colegio de Ciencias y director de danzas del Centro Qosqo de Arte Nativo, para crear zozobra en la pantalla. Un ligero problema en la rodilla que lo hacía cojear a ratos enriqueció a su siniestro  personaje.
En la vida real tras la faz abismal del hombre oso se ocultaba el gesto sonriente del profesor que animaba las noches con historias entretenidas. En las aberturas del wakolo uno de sus ojos que era gris brillaba con perversidad.
Antes de la fiesta los responsables de la película estuvieron muy atareados con los preparativos y el reconocimiento de los espacios, plazas, calles, tiendas,  casas e iglesia donde se harían una diversidad de tomas. Cuando llegaron las vísperas, el día y el kacharpari o despedida las filmaciones se sucedieron unas a otras. Después sobró el tiempo para jugar ‘negocios’ en las noches o asistir a invitaciones.

En los últimos días el grupo visitó al renombrado ‘Manicomio Azul’ que así se llamaba porque en su huerto la naturaleza había enloquecido con los injertos que hacía a sus frutales Luis Angel Yábar, implacable señor que detentaba las tierras de los milenarios q’eros, a quienes obligaba según rumores turbios a proteger el manicomio con sus cuerpos en tiempos de excesiva creciente del río Llavero. En su faceta de investigador Yábar llegó a inscribir con su apellido algunas variedades de papas. Admirador del genetista ruso Nikolai Vavilov cuentan que casi se cayó de espaldas al descubrír que se alojó en su casa, cuando pensó que nunca lo conocería.
Nishiyama, Figueroa y Villanueva, se quedaron unas semanas con Judith, Víctor y Lizardo Pérez para escenificar tomas de apoyo y otras en que sufrieron los rigores del frío de las punas. El material obtenido viajó a Buenos Aires, Argentina, para obtener el copión, básico para editar. En ese lapso se limaron asperezas, y Sebastián Salazar Bondy, prestigioso periodista y  amigo, escribió la narración con la asesoría de Hernán Velarde. Finalmente ‘Kukuli’ se estrenó en el cine Le París en la avenida La Colmena. Conquistó comentarios favorables en los periódicos y revistas publicaron crónicas y entrevistas, tuvo exhibiciones itinerantes y ganó un premio en el Festival de Cine de Karlo Vivary. En esos años no fue fácil hacer copias. Las dos o tres conocidas se destiñeron hasta que más tarde Figueroa, avisado por amigos que se había hallado el original de la capital argentina, viajó y trajo el film, al Perú ya en DVDs. Hoy se puede ver en computadora o laptop la conmovedora despedida de Kukuli de sus abuelos, su paso cerca de las chullpas de Ninmarka o su fatal encentro con el ukhumari. El autor, los realizadores, sus actores y la actriz han dejado el mundo real para seguir viviendo en la ficción del celuloide.

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