LOS MASTODONTES
DEL QOSQO
En
el Qosqo me gustaría vender al turista, que busca cómo admirarse más, la visión
de cientos de mastodontes rodeando el lago donde ahora quepa la ciudad. Las monumentales
bestias que existieron en el ñaupapacha, tiempo sin edad, apretujándose
para beber sus aguas. Restregándose después
en sus muros de piedra para retirarse a un sector inédito de Saqsayman. Hacerlo
con la imaginación no cuesta nada. Hoy es interesante hacerles un ligero contraste
observando al ágil pajarito que salta en el sector de Lanlakuyuq. Un
mondadientes alado para ellos. La idea de que esos colosales antepasados volvieran
con la mente aunque sea solo por segundos es fascinante. El resto, con mucho de
verdad, forma parte de su historia hace
un siglo y pico.
Retroceder
a 1911 cuando el geólogo Herbert
Gregory y el osteólogo
George F. Eaton estaban explorando los cerros del Qosqo, se llenaron de asombro al encontrar
restos óseos fósiles de inesperadas criaturas. Ambos formaban parte de la
Expedición Científica de la Universidad de Yale, Estados Unidos de
Norteamérica, que acompañó a Hiram Bingham. Ambos sumaron al hallazgo prehistórico un descubrimiento que
los conmocionó. La majestuosa ciudad inka que tenían a la vista ocupaba el
lecho de un inmenso lago glacial desaparecido en una época remota al que dieron
el nombre de Morkill. Según he averiguado,
sin confirmación, sería el apellido de un hacendado que les facilitó
provisiones, cabalgaduras y hospedaje para que pudieran delimitar su
contorno.
Los
fragmentos óseos que hallaron en sus exploraciones pertenecían a un mastodonte,
parecido al mamut, predecesor del elefante actual que parecería a su lado del
tamaño de una hormiga isula colosal, si se considera que el otro tenía la
dimensión de un edificio de tres pisos; y, de un glyptodonte, igualmente
gigantesco, lejanísimo pariente de nuestro armadillo o kirkincho, cuya
caparazón se convierte en caja de resonancia musical del charango o chillador
de muchos poblados.
Más
tarde salieron al descubierto en localidades cercanas más vestigios de una megafauna. Abuelísimos
megaterios parecidos a los perezosos; más glyptodontes recubiertos de
gruesas placas exagonales como acorazados; paleollamas de enormes lampos de
fibra; agresivos felinos de colmillos mortales y antiquísimos caballos que acabaron yéndose a galopar a la Patagonia.
Los cambios climáticos y quién sabe la pérdida del lago influyeron en la extinción de estos
descomunales animales. En 1946 el biólogo cusqueño Carlos Kalafatovich encontró fósiles de algas
y caracoles ampliando su impresionante panorama.
La
idea* de reproducir el lago Morkill gráficamente, para que se aprecie como
habría sido en una época auroral, permite hacer una regresión para explicar la existencia de Qosqo desde
que el fuego magmático resquebrajó la megamasa que nos tocó y empujó los Andes
arrugándolos. Voy pasando los dedos sobre sus relieves y siento la trasmisión
de una energía estremecedora. En cada orqo o cresta de la cordillera pareciera que duermen bajo toneladas de
arcilla y arena mastodontes, glyptodontes y megaterios que poblaron sus orillas
en la eras de finales de la terciaria y gomienoz
de la cuaternaria, como dicen los estudiosos.
Nunca
se hubieran encontrado con seres humanos pero formaron una corona de vida que
impregnó el ambiente del cáliz de roca que albergó a los Hermanos Ayar y su gente. Su rispidez fue un desafío al que
respondieron sin dar un paso atrás, intuyendo
que podrían transformar el erial con la fuerza de sus sueños. Si algo
conquistó su espíritu debió ser la sensación de seguridad que se desprendía de
los cerros circundantes y la presencia grata del agua susurrando promesas al deshacer sus melenas en húmedas caricias. El lecho pantanoso no los arredró. Era un trabajo que tendría que
hacerse en el futuro.
Alfonsina Barrionuevo
Leer
más en mi libro ‘Qué dicen los khipus’. Se encuentra en las librerías Virrey,
Cultura Peruana y Estruendo Mudo de Miraflores, y Librería Sur y Communitas de
San Isidro.
* La simulación que mandó hacer Ana María
Gálvez. para el Museo Histórico Regional “Casa del Inka Garcilaso”, cuando fue
su Directora, hace patente la dimensión
del lago Morkill que se extendía desde Saqsaywaman hasta Lucre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario