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Hace unos días una joven comunera de Chinchero declaró que estaba asistiendo a la destrucción de su mundo al contemplar las obras de construcción de un aeropuerto internacional. Ese mismo sentimiento lo tenemos miles de cusqueños. También millones de peruanos. Todos los que no estamos de acuerdo con este proyecto. A continuación un excelente artículo de Sonia Goldenberg sobre el asunto en el New York Times.
Machupiqchu innecesariamente en peligro
Por SONIA GOLDENBERG
The New York Times, 16 de julio de 2019
CUSCO, Perú — El pueblo andino de Chinchero, que se encuentra sobre el
valle de Urubamba, es uno de los paisajes más hermosos que existen. Las
majestuosas terrazas hechas por los incas se extienden hacia la vasta meseta.
Sembradíos de quinua, amaranto, papa y maíz forman un tapiz de tonalidades
verdes, rojas y doradas. Las extensas vistas de los picos cubiertos de nieve,
conocidos como Apus, el nombre dado a los espíritus de las montañas en la
mitología inca, dominan el horizonte.
Sin embargo, el presidente Martín Vizcarra está decidido a destruir este lugar sagrado. Las excavadoras comenzaron a limpiar el terreno en enero para construir un aeropuerto internacional en Chinchero. Este proyecto dudoso dañaría de manera irreparable el corazón de la civilización inca. Sus sitios arqueológicos ancestrales y su abundante flora y fauna se verían afectados por el ruido, el tráfico, la contaminación y la urbanización descontrolada.
Sin embargo, el presidente Martín Vizcarra está decidido a destruir este lugar sagrado. Las excavadoras comenzaron a limpiar el terreno en enero para construir un aeropuerto internacional en Chinchero. Este proyecto dudoso dañaría de manera irreparable el corazón de la civilización inca. Sus sitios arqueológicos ancestrales y su abundante flora y fauna se verían afectados por el ruido, el tráfico, la contaminación y la urbanización descontrolada.
Resulta desconcertante por qué alguien elegiría construir un aeropuerto
“internacional” de miles de millones de dólares en este lugar idílico cercano a
las nubes. A una altitud aproximada de 3 760 metros —a una altitud que rebasa la del
aeropuerto de Cusco por más de 300 metros, que se encuentra a
unos 30 kilómetros de ahí—, sería uno de los aeropuertos comerciales
situados a mayor altitud. Las montañas que rodean Chinchero, sin mencionar la
neblina, los vientos cruzados y las granizadas habituales en estas altitudes
pueden hacer que sea peligroso despegar y aterrizar.
Una oleada de artículos en revistas científicas y
de viajes han
condenado el proyecto. Casi doscientos arqueólogos, historiadores y
antropólogos peruanos y de otras partes del mundo le han enviado cartas a
Vizcarra en las que lo exhortan a cancelar el proyecto. Incluso la exministra
de Cultura, Ulla Holmquist, firmó una petición de Change.org en contra del
proyecto.
Las críticas que ha despertado este aeropuerto en todo el mundo no son
una sorpresa; la antigua ciudadela de Machu Picchu, que se encuentra en la
región de Cusco, fue elegida en 2007
como una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo. Es uno de los pocos ejemplos
que sobreviven de la extraordinaria arquitectura paisajista de los incas. Se
construyó hace seis siglos y después fue abandonada. Luego, un explorador
estadounidense, Hiram Bingham, la redescubrió todavía intacta en 1911. El sitio
atrae hasta a 5 600 visitantes diarios, más del doble de los 2 500 que recomienda la Unesco. El nuevo aeropuerto
podría cuadruplicar el número de turistas: de 1,5 millones a 6 millones de
personas al año, lo cual podría significar una carga letal de 22 000 visitantes al día, casi diez veces más del límite establecido por la
Unesco.
La Unesco ya no puede permanecer impasible ante un coro en aumento de
indignación mundial. Debería añadir a Machu Picchu en la Lista del Patrimonio de la
Humanidad en Peligro hasta que Perú cumpla su compromiso de
conservar la reliquia precolombina más importante del continente
americano.
La idea de construir un aeropuerto en Chinchero se remonta a 1980, cuando
un prominente senador y terrateniente de Cusco con vastos terrenos cercanos
convenció al presidente de ese momento, Fernando Belaúnde, de la necesidad de
hacerlo. Belaúnde casi muere durante
un vuelo de observación en 1981. Según el piloto, el coronel Jorge Manrique, el
proyecto fue desechado después del incidente. Sin embargo, la aspiración de
construir un aeropuerto en Chinchero no desapareció. El presidente Vizcarra
respaldó ese proyecto insensato con la idea de ganar apoyo en el sur de Perú,
donde tiene bajos índices de aprobación.
El país tiene sitios arqueológicos espectaculares, en especial en la
costa norte, paisajes majestuosos en la cordillera de los Andes y una enorme
extensión de reservas naturales no exploradas en el Amazonas. En lugar de otro
aeropuerto, Perú debería desarrollar prácticas turísticas sostenibles e
invertir en infraestructura para que esas áreas sean más accesibles.
Perú es cuna de una de las civilizaciones más antiguas, junto con
Egipto, Mesopotamia, China, India, Guatemala y México, pero parece que los
peruanos se han propuesto arruinar en una generación lo que los conquistadores
españoles no pudieron destruir en trescientos años de gobierno colonial. A solo
tres cuadras de la plaza principal de Cusco, en la que alguna vez fue la
capital del Imperio del Sol, se construyó un monstruoso hotel de siete pisos,
en evidente violación de las normas de patrimonio cultural de la ciudad, frente
a las oficinas locales del Ministerio de Cultura. Tras las protestas, la
construcción se detuvo en 2015, pero los constructores ya habían destruido
preciosos muros de piedra incas. A pesar de las amenazas de despojar a Cusco de
su designación como Patrimonio de la Humanidad, el hotel a medio terminar
todavía sigue en pie y sus propietarios aún deben pagar una multa.
La construcción del aeropuerto podría diezmar la cuenca del laguna
Piuray, una fuente de agua fundamental para Cusco. También dividiría a
Chinchero en dos y dejaría la escuela y el centro de salud del lado donde vive
poca gente.
No se ha consultado a las comunidades de Chinchero sobre el impacto que
el aeropuerto tendría en su manera de ganarse el sustento. No han tenido la
oportunidad de expresar sus preocupaciones. Antes de la reforma agraria de
principios de los setenta, que otorgó derechos de tierra a los pueblos
indígenas, las poblaciones rurales en los Andes seguían siendo explotadas por
una minoría privilegiada que poseía la tierra. No obstante, el país todavía no
se ha congraciado con sus raíces indígenas. En la actualidad, los derechos de
sus pueblos indígenas todavía se violan en
beneficio de unos cuantos corruptos.
Rocío Cjuiro, una joven mujer de la comunidad de Willa Willa de
Chinchero, lloró mientras veía el enorme cráter donde más adelante estará el
aeropuerto en la sagrada pachamama, la madre tierra en el idioma
quechua. “Mi mundo entero está siendo destruido”, me dijo.
La venalidad alimenta esta mentalidad depredadora. Sin embargo, aunque
México, Guatemala y casi toda América Latina, incluidos Colombia, Ecuador y
Bolivia —los países vecinos de Perú—, también son naciones corroídas por
la corrupción endémica, hacen un mejor trabajo en conservar sus monumentos y tesoros históricos. Los
peruanos estamos orgullosos de nuestra gastronomía y de nuestro equipo de fútbol, pero
no respetamos nuestro pasado. El país debe adoptar políticas estatales
estrictas y firmes para proteger y preservar su legado arqueológico para las
generaciones futuras.
Sonia Goldenberg es periodista y documentalista peruana
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