domingo, 5 de agosto de 2018


LOS QHAPAQ ÑAN Y SUS TAMBOS
         
He caminado tanto por los Qhapaq ñan y los Chaki ñan que me complace la fama alcanzada por estas extraordinarias obras de ingeniería inka. Adonde quiera que se vaya el tronco vial y las ramificaciones se encuentran a cada paso. Sólo así podía haber una comunicación constante de Qosqo con los cuatro suyus. Los chaki ñan, “camino de a pie”, por donde transitaban los antiguos peruanos y los rebaños de llamas que llevaban toda clase de productos, contaba al mismo tiempo con lugares de almacenamiento, los renombrados tanpus o tambos.
La sabia disposición de estos depósitos además de asegurar la alimentación de sus moradores, provisión de ropa y abrigo en el caso de desastres naturales, dotaba a sus  ejércitos con armas y trajes de guerra cuando lo  requerían.
Los tanpus estaban ubicados en los caminos imperiales, más o menos de tres en tres leguas. Los tenían tan bien abastecidos que, aunque pasasen por ellos mucha gente en campaña, siempre había recaudo para todos. Los inkas no permitían que sus ejércitos se alojasen en los pueblos conquistados. Decían que cada pueblo ya había pagado su tributo y no era de justicia imponerle más cargas.
El cronista Peña Montenegro consigna que esta política funcionó hasta los primeros años de la invasión española. Los tamberos siguieron con el papel de dar leña a los viajeros, llenar agua a sus cántaros y proveerles otras cosas, como pastos y cuidado para sus  acémilas. La única diferencia consistía en que les tenían que pagar por esos servicios.
Los tanpus prestaban un gran servicio a los caminantes, sin los cuales habría sido imposible recorrer las regiones del imperio, escribe el Inka Garcilaso. En esos tiempos, el Inka recurría a ellos cuando iba por sus dos caminos, el Qhapaq ñan y el Chaki ñan que enlazaban al Tawantinsuyo por tierras accidentadas y llanos, cada siete leguas.
Calcula el padre Velasco que los tanpus sumaban entre 9,000 y 12,000, todos en forma generalmente cuadrada. El contorno era ocupado por varios caserones de fábrica corriente, con un largo de más de 300 pasos y anchos a proporción, “capaces de alojar a los caminantes y de necesitarse a una tropa considerable.”
Los almacenes imperiales que funcionaban como arsenal de armas se llamaban kopra; kunpi kopra los depósitos de tejidos finos, y kopra pirwa a los graneros y  despensas de tubérculos.

Resultado de imagen para capac ñanSegún Martín de Murúa, fue Tupaq Inka Yupanki quien consideró necesario establecer los tanpus y crear un sistema de chaskis o correos humanos. “En cada legua había dos bohíos y por día cada hombre corría más de 50 leguas. Antes de llegar gritaban o tocaban una concha marina, de modo que su reemplazo estuviera presto para recibir el mandado y llevarlo a su vez”.
El  padre Velasco calcula que cada dos millas había en los grandes caminos dos casas llamadas chaskiwasi. El mensaje era verbal o con khipus o flecos carmesí con  la insignia imperial si el destinatario era el Inka o la nobleza. Había chaskis que podían correr durante siete días y los llamaban waman o halcón. Ellos llevaban en la cabeza un cintillo de plumas que se distinguía desde lejos. Eran seleccionados entre los servidores más fieles y recios.
La cosecha del Sol y del Inka era depositada en tanpus alrededor de Qosqo para que el emperador tuviera a mano el sustento de la corte. De “la renta” del Sol dejaban en cada pueblo para sus habitantes. 
Agustín de Zárate, quien hace lenguas de la grandeza de los caminos reales, dice que, “además de la obra y gastos de estos caminos, Guaynacaba (Wayna Qhapaq) mandó hacer en los de la sierra, de jornada a jornada, unos  palacios de muy grande anchura y aposentos donde pudiese caber su persona y todo su ejército. En los llanos había otros semejantes a la orilla de los ríos.”
“Si por los gastos excesivos de la guerra no alcanzaban las rentas del Inka, entonces se valía de la hacienda del Sol, como hijo legítimo y universal, heredero que decía ser suyo. Los abastecimientos que sobraban de los gastos de la guerra y de la corte se guardaban en las tres maneras de depósitos que hemos dicho, para repartirlos en años de necesidad”.

El  padre Acosta relata que se “trasquilaba a su tiempo el ganado, y daban a cada uno a hilar y tejer su ropa para hijos y mujeres, y había visitadores que castigaban al negligente. La lana (fibra) que sobraba poníase en sus depósitos; y así los hallaron los españoles”.
El Inka Garcilaso comentaba: “El Sol y el Inka tenían tanto que los españoles…no hallaban dónde apacentar sus ganados. También le oí a mi padre y a sus contemporáneos contar los grandes excesos y desperdicios que algunos españoles habían hecho con… los tambos. En las tierras calientes daban algodón de las rentas reales, para que… todos tuviesen de vestir para sí y para toda su casa. De manera… que nadie podía llamarse pobre ni pedir limosna.”
Desde entonces, en menos de cinco siglos, el Perú ha pasado a ser un país tercermundista donde reina la desarticulación y la extrema pobreza, porque los políticos de turno en el poder nunca han querido conocer seriamente la historia del antiguo Perú ni empaparse de los problemas del interior.
Es necesario destacar que al lado de los chaki ñan, los caminos que articulaban el Perú, los tanpus marcaban la grandeza de un Imperio. Algo que recordar para trabajar por un país emergente con el ejemplo de sus antiguos señores.  

Alfonsina Barrionuevo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario