LOS QHAPAQ ÑAN Y
SUS TAMBOS
He caminado tanto por los Qhapaq ñan y
los Chaki ñan que me complace la fama alcanzada por estas extraordinarias obras
de ingeniería inka. Adonde quiera que se vaya el tronco vial y las ramificaciones
se encuentran a cada paso. Sólo así podía haber una comunicación constante de Qosqo
con los cuatro suyus. Los chaki ñan, “camino de a pie”, por donde transitaban
los antiguos peruanos y los rebaños de llamas que llevaban toda clase de productos,
contaba al mismo tiempo con lugares de almacenamiento, los renombrados tanpus o
tambos.
La sabia disposición de estos
depósitos además de asegurar la alimentación de sus moradores, provisión de
ropa y abrigo en el caso de desastres naturales, dotaba a sus ejércitos con armas y trajes de guerra cuando
lo requerían.
Los tanpus estaban ubicados en los caminos imperiales, más o menos de tres
en tres leguas. Los tenían tan bien abastecidos que, aunque pasasen por ellos
mucha gente en campaña, siempre había recaudo para todos. Los inkas no
permitían que sus ejércitos se alojasen en los pueblos conquistados. Decían que
cada pueblo ya había pagado su tributo y no era de justicia imponerle más
cargas.
El cronista Peña Montenegro consigna
que esta política funcionó hasta los primeros años de la invasión española. Los
tamberos siguieron con el papel de dar leña a los viajeros, llenar agua a sus
cántaros y proveerles otras cosas, como pastos y cuidado para sus acémilas. La única diferencia consistía en
que les tenían que pagar por esos servicios.
Los tanpus prestaban un gran servicio
a los caminantes, sin los cuales habría
sido imposible recorrer las regiones del imperio, escribe el Inka Garcilaso. En
esos tiempos, el Inka recurría a ellos cuando iba por sus dos caminos, el Qhapaq
ñan y el Chaki ñan que enlazaban al Tawantinsuyo por tierras accidentadas y
llanos, cada siete leguas.
Calcula el padre Velasco que los tanpus
sumaban entre 9,000 y 12,000, todos en forma generalmente cuadrada. El contorno
era ocupado por varios caserones de fábrica corriente, con un largo de más de
300 pasos y anchos a proporción, “capaces de alojar a los caminantes y de
necesitarse a una tropa considerable.”
Los almacenes imperiales que
funcionaban como arsenal de armas se llamaban kopra; kunpi kopra los depósitos
de tejidos finos, y kopra pirwa a los graneros y despensas de tubérculos.

El
padre Velasco calcula que cada dos millas había en los grandes caminos
dos casas llamadas chaskiwasi. El mensaje era verbal o con khipus o flecos
carmesí con la insignia imperial si el
destinatario era el Inka o la nobleza. Había chaskis que podían correr durante
siete días y los llamaban waman o halcón. Ellos llevaban en la cabeza un
cintillo de plumas que se distinguía desde lejos. Eran seleccionados entre los
servidores más fieles y recios.
La cosecha del Sol y del Inka era
depositada en tanpus alrededor de Qosqo para que el emperador tuviera a mano el
sustento de la corte. De
“la renta” del Sol dejaban en cada pueblo para sus habitantes.
Agustín de Zárate, quien hace lenguas
de la grandeza de los caminos reales, dice que, “además de la obra y gastos de estos caminos, Guaynacaba (Wayna Qhapaq) mandó hacer en los
de la sierra, de jornada a jornada, unos
palacios de muy grande anchura y aposentos donde pudiese caber su
persona y todo su ejército. En los llanos había otros semejantes a la orilla de
los ríos.”
“Si por los gastos excesivos de la
guerra no alcanzaban las rentas del Inka, entonces se valía de la hacienda del
Sol, como hijo legítimo y universal, heredero que decía ser suyo. Los
abastecimientos que sobraban de los gastos de la guerra y de la corte se
guardaban en las tres maneras de depósitos que hemos dicho, para repartirlos en
años de necesidad”.
El
padre Acosta relata que se “trasquilaba a su tiempo el ganado, y daban a
cada uno a hilar y tejer su ropa para hijos y mujeres, y había visitadores que
castigaban al negligente. La lana (fibra) que sobraba poníase en sus depósitos;
y así los hallaron los españoles”.
El Inka Garcilaso comentaba: “El Sol y el Inka tenían tanto que los españoles…no
hallaban dónde apacentar sus ganados. También le oí a mi padre y a sus contemporáneos
contar los grandes excesos y desperdicios que algunos españoles habían hecho
con… los tambos. En las tierras calientes daban algodón de las rentas reales,
para que… todos tuviesen de vestir para sí y para toda su casa. De manera… que
nadie podía llamarse pobre ni pedir limosna.”
Desde entonces, en menos de cinco
siglos, el Perú ha pasado a ser un país tercermundista donde reina la
desarticulación y la extrema pobreza, porque los políticos de turno en el poder
nunca han querido conocer seriamente la historia del antiguo Perú ni empaparse
de los problemas del interior.
Es necesario destacar que al lado de
los chaki ñan, los caminos que articulaban el Perú, los tanpus marcaban la
grandeza de un Imperio. Algo que recordar para trabajar por un país emergente
con el ejemplo de sus antiguos señores.
Alfonsina Barrionuevo
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