domingo, 12 de agosto de 2018


SANTA LUZ EN AREQUIPA  

El espíritu del ayni inka o de ayuda para quien lo necesita sigue vigente. Miles de peruanos que están en el extranjero envían mensualmente dólares o euros a sus familias para que puedan mantenerse, comprar medicamentos, estudiar, etc. A pesar de la lejanía no se ha perdido en ellos el espíritu solidario. Pero nadie pensó que podía recurrir al ayni la mismísima Madre de Dios para llegar a uno de sus pueblos ignotos y volver después de un terrible accidente. Son los designios del Señor. Este tipo de ayuda que actualmente subsiste permite que miles de provincianos efectúen en Lima una serie de actividades para dar a sus pueblos de origen luz eléctrica, agua, locales comunales y otros.

Lo he visto en Cotahuasi, provincia de Arequipa, que tuve la suerte de recorrerla durante once días, en un ochenta por ciento a 4,000 metros sobre el nivel del mar. Sus comunidades se dedican a la cría de camélidos por la altura. Antiguamente en las épocas de frío bajaban hasta la costa y retornaban al anunciarse tiempos mejores. Pero, los españoles usaron extensiones intermedias para su ganado bovino y ovino y desterraron definitivamente a las alpakas y sus pastores a la puna.
Uno de sus pueblos principales es Alca o Alka y fue mi punto de partida para grabar un documental: “Los Ojos del Diablo”. Viajé con David Morán,  camarógrafo, teniéndola guía de un hijo del lugar, Fernando Polanco. Un recorrido riesgoso a pie y a caballo. Saliendo de la estancia donde nos cobijábamos a las cinco de la mañana y llegando a la siguiente a las doce horas. La oscuridad después era tan densa que no podíamos distinguir nuestras propias manos.

Resultado de imagen para virgen de alca arequipaFue muy interesante caminar kilómetros interminables, subir empinadas escaleras de piedra, pasar por bosques alucinantes de roca y conocer la panpa donde brotaba agua hirviendo a lo largo de ochocientos metros aproximadamente. Al arrojar de sus profundidades un polvo calcáreo se acumulaba en punta semejando una especie de volcancitos y el agua rojiza por el hierro formaba, al contacto con el ambiente helado, una nata rojiza. A eso los comuneros le llaman “los ojos del diablo”. Realmente espeluznante y cuando hay niebla al amanecer parece un conjunto avernal de pupilas sangrientas.
He escrito varios artículos sobre este viaje pero lo que más me llamó la atención fue el afán de los hijos de Alca que están en Lima de proporcionar a su pueblo lo más urgente. Un motor para generar luz fue lo primero. Ya tenían agua, pero según me cuenta Polanco había mucho que hacer y Alca sigue prosperando porque no se rompe ese cordón de vida entre los que radican allí y los que se fueron. Ahora hay carreteras que unen otras localidades.

Cuando estuve en el pueblo conocí la historia de la Virgen del Carmen, bajo cuyo manto se reúnen los devotos que regresan para su fiesta. Su historia es muy sugestiva como todas las que dan encanto a las imágenes religiosas.
Los frailes carmelitas lograron traer varias de la misma belleza, como si fueran hermanas, y una fue designada para la villa fundada en la tierra de los valerosos alkas. Los españoles eligieron un lugar por su amplitud y la riqueza de sus minas pero ella eligió el sitio donde sería su patrona celestial.

La leyenda dice que llegó en una caja de madera y cuando aquellos quisieron abrirla no pudieron sacar los clavos incrustados como en metal. Pasó por allí un poblador de Luycho y al conocer el problema tiró con la tenaza del primer clavo y salió fácilmente. Animados los españoles quisieron seguir pero encontraron la misma resistencia. Misteriosamente llegaron gente de Luycho, Puyka, Ayawasi, Kawana, Calle Nueva, Tiopampa y Kanchata, y cada uno sacó un clavo como si la Madre de Dios hubiera querido reunirlos quedarse con ellos.
Al abrir la caja encontraron un documento indicando que su festividad debía realizarse cada 16 de julio previo novenario del 6 al 15, el mismo que debía ser iniciado por la persona que sacara el primer clavo y así sucesivamente, participando sus parientes y amigos. La imagen llegó con semillas de cedro que fueron sembradas en la esquina de la plaza, en el contorno de la iglesia y también en los pueblos de Taurisma, Torrepanpa, Willoq, Kawana y Panpamarka. Algunos de los árboles que crecieron siguen de pie e increíblemente no han podido reproducirse como si las imágenes quisieran patentizar ese prodigio. 
La devoción de los pueblos de Willoq logró que la Virgen pasara allí, desde muchos años atrás, su día central. Sin embargo, un descuido dio lugar a que en las primeras décadas del siglo pasado se prendiera su manto y se quemara parte de su rostro. Los alqueños lo consideraron irreparable y decidieron comprar otra imagen en Arequipa, que llevaron en un viaje accidentado por la ruta de Chivay a lomo de mula.

Resultado de imagen para virgen de alca arequipaLa imagen siniestrada fue trasladada a la capilla de la iglesia de Antabamba pero al poco tiempo se presentó un extraño fenómeno en Alka. En las tardes ventarrones irregulares se apoderaban del pueblo haciendo  volar el techo de las casas, mientras continuas heladas convertían en gélido su ambiente por las noches. Nadie podía explicarse qué pasaba hasta que Nuestra Señora se presentó a cuatro vecinos en sus sueños y reprochó al pueblo su abandono y sustitución.

De inmediato los alqueños fueron en su rescate y volvió a su lugar cesando la furia de los elementos. Pero Ella no podía seguir desfigurada y se contrató a un curioso para que la arreglara y fue peor. Hasta que en setiembre del año 1999, por acción del devoto Mario Germán Chirinos y con la responsabilidad del Comité de Damas residentes en Lima, así como la participación de Rafael Trelles y Fernando Polanco, fue trasladada a la capital.
Una vez restaurada  en el taller de conservación de arte del Museo de la Nación, volvió a hacer un ingreso triunfal a su pueblo donde le prepararon una fiesta grande. Otra demostración de la fuerza del ayni inka.

Alfonsina Barrionuevo

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