SANTA LUZ EN AREQUIPA
El espíritu del ayni inka o de ayuda
para quien lo necesita sigue vigente. Miles de peruanos que están en el
extranjero envían mensualmente dólares o euros a sus familias para que puedan
mantenerse, comprar medicamentos, estudiar, etc. A pesar de la lejanía no se ha
perdido en ellos el espíritu solidario. Pero nadie pensó que podía recurrir al
ayni la mismísima Madre de Dios para llegar a uno de sus pueblos ignotos y
volver después de un terrible accidente. Son los designios del Señor. Este tipo
de ayuda que actualmente subsiste permite que miles de provincianos efectúen en
Lima una serie de actividades para dar a sus pueblos de origen luz eléctrica,
agua, locales comunales y otros.
Lo he visto en Cotahuasi, provincia de Arequipa, que tuve
la suerte de recorrerla durante once días, en un ochenta por ciento a 4,000
metros sobre el nivel del mar. Sus comunidades se dedican a la cría de
camélidos por la altura. Antiguamente en las épocas de frío bajaban hasta la
costa y retornaban al anunciarse tiempos mejores. Pero, los españoles usaron
extensiones intermedias para su ganado bovino y ovino y desterraron definitivamente
a las alpakas y sus pastores a la puna.
Uno de sus pueblos principales es Alca o Alka y fue mi
punto de partida para grabar un documental: “Los Ojos del Diablo”. Viajé con
David Morán, camarógrafo, teniéndola
guía de un hijo del lugar, Fernando Polanco. Un recorrido riesgoso a pie y a
caballo. Saliendo de la estancia donde nos cobijábamos a las cinco de la mañana
y llegando a la siguiente a las doce horas. La oscuridad después era tan densa
que no podíamos distinguir nuestras propias manos.

He escrito varios artículos sobre este viaje pero lo que
más me llamó la atención fue el afán de los hijos de Alca que están en Lima de
proporcionar a su pueblo lo más urgente. Un motor para generar luz fue lo
primero. Ya tenían agua, pero según me cuenta Polanco había mucho que hacer y
Alca sigue prosperando porque no se rompe ese cordón de vida entre los que
radican allí y los que se fueron. Ahora hay carreteras que unen otras localidades.
Cuando estuve en el pueblo conocí la historia de la
Virgen del Carmen, bajo cuyo manto se reúnen los devotos que regresan para su
fiesta. Su historia es muy sugestiva como todas las que dan encanto a las
imágenes religiosas.
Los frailes carmelitas lograron traer varias de la
misma belleza, como si fueran hermanas, y una fue designada para la villa
fundada en la tierra de los valerosos alkas. Los españoles eligieron un lugar
por su amplitud y la riqueza de sus minas pero ella eligió el sitio donde sería
su patrona celestial.
La leyenda dice que llegó en una caja de madera y
cuando aquellos quisieron abrirla no pudieron sacar los clavos incrustados como
en metal. Pasó por allí un poblador de Luycho y al conocer el problema tiró con
la tenaza del primer clavo y salió fácilmente. Animados los españoles quisieron
seguir pero encontraron la misma resistencia. Misteriosamente llegaron gente de
Luycho, Puyka, Ayawasi, Kawana, Calle Nueva, Tiopampa y Kanchata, y cada uno
sacó un clavo como si la Madre de Dios hubiera querido reunirlos quedarse con
ellos.
Al abrir la caja encontraron un documento indicando
que su festividad debía realizarse cada 16 de julio previo novenario del 6 al
15, el mismo que debía ser iniciado por la persona que sacara el primer clavo y
así sucesivamente, participando sus parientes y amigos. La imagen llegó con
semillas de cedro que fueron sembradas en la esquina de la plaza, en el
contorno de la iglesia y también en los pueblos de Taurisma, Torrepanpa,
Willoq, Kawana y Panpamarka. Algunos de los árboles que crecieron siguen de pie
e increíblemente no han podido reproducirse como si las imágenes quisieran
patentizar ese prodigio.
La devoción de los pueblos de Willoq logró que la
Virgen pasara allí, desde muchos años atrás, su día central. Sin embargo, un
descuido dio lugar a que en las primeras décadas del siglo pasado se prendiera
su manto y se quemara parte de su rostro. Los alqueños lo consideraron
irreparable y decidieron comprar otra imagen en Arequipa, que llevaron en un
viaje accidentado por la ruta de Chivay a lomo de mula.
De inmediato los alqueños fueron en su rescate y
volvió a su lugar cesando la furia de los elementos. Pero Ella no podía seguir
desfigurada y se contrató a un curioso para que la arreglara y fue peor. Hasta
que en setiembre del año 1999, por acción del devoto Mario Germán Chirinos y
con la responsabilidad del Comité de Damas residentes en Lima, así como la
participación de Rafael Trelles y Fernando Polanco, fue trasladada a la
capital.
Una vez restaurada
en el taller de conservación de arte del Museo de la Nación, volvió a
hacer un ingreso triunfal a su pueblo donde le prepararon una fiesta grande.
Otra demostración de la fuerza del ayni inka.
Alfonsina
Barrionuevo
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