domingo, 21 de mayo de 2017

SEMBRAR Y COSECHAR AGUA

A lo lejos vi la cascada como un arco curvado sobre la roca.
-Anoche cayó la helada -, me dijeron en la estancia donde mi cansancio se esfumó al beber a sorbos un mate de fragante muña. -Si tienes suerte verás la paqcha llena de estrellas cerca del chaki ñan. A su lado estará una mujer haciendo bailar su rueca. Ella te saludará con una sonrisa. Es Mama Yaku, la madre del agua. No te detengas mucho tiempo. Tiene encanto y te puedes quedar allí para siempre. Está preocupada. Sabe que su padre,  el nevado, donde nace la cascada, se está derritiendo.
Su pronóstico fue exacto. El torrente congelado brillaba con gotas que parecían de diamante. Sentada sobre una roca la madre del agua estaba hermosa con su camisa de bayeta, chaleco bordado y amplias polleras. El sombrero que cubría su cabeza tenía diminutas borlas de colores. Vestía el atuendo de las mujeres de Kuchunbaya, Moquegua, donde está la cascada.

La recordé al leer el libro sobre cambio climático “Crisis Del Agua En Las Montañas Andinas” de DESCO*. Por primera vez encontré investigadores de la ciudad que aceptaban la sabiduría de  las comunidades. Ellas descubrieron por su cuenta el efecto invernadero y comenzaron a usar conocimientos y tecnologías prehispánicas para enfrentar el calentamiento global.
En Cusco, Puno, Huancavelica, el maíz y la papa “los alertaron” de la presencia del  fenómeno. Les “dijeron” que debían variar su habitat y se mudaron más arriba de los lugares donde crecían, El maíz a los 4,000 metros y la papa a los 4,500 metros más o menos.
En los Andes todo está vivo. Algo que no advierten los gobernantes miopes de la ciudad y atentan contra la naturaleza. Aquellos que aman la tierra se resisten a verla morir. Los investigadores del clima de DESCO observaron  que ante los nuevos retos eran capaces de volver a prácticas y “saberes” ancestrales.

En la zona altoandina de Lampa (Puno) y Cailloma (Arequipa), su accesibilidad se hizo evidente al aceptar su propuesta de técnicas modernas para recuperar y revitalizar áreas de pastizales naturales, expandirlas y recargar los humedales.
“Criar” el agua de las lluvias, que son una “siembra” del cielo en invierno, y  guardar la “cosecha” en micro represas para su uso en las épocas siguientes, les pareció magnífico. “Despensas” líquidas cuyo adecuado manejo aseguraba el verdor a miles de metros de altura.
Antes del arribo de  los españoles los antiguos agricultores crearon admirables sistemas de irrigación, tallaron con franjas de andenerías los cerros para extender sus fronteras y hacia el sur del altiplano construyeron waru warus, camellones elevados sobre canales.

Urge volver a las fuentes para nutrirnos y alternar las investigaciones de ayer con las de hoy. Las comunidades de la yunga, la qechwa, la suni y la puna conocen muy bien las señales en el firmamento, en los fenómenos metereológicos y en el comportamiento de la fauna y la flora, para saber si el año será lluvioso o excesivamente seco.
En el Valle Sagrado, Cusco, me explicaron sobre el fulgor de la Qolqa, un grupo de estrellas granero. Si todas son brillantes, bien. Si dos o tres son débiles, fatal. En Yauyos, Lima, la Vía Láctea “entra al mar y sale por canales subterráneos.” Antes de limpiar las acequias los varallos o alcaldes andinos recogen el agua con estrellas y la llevan en ofrenda a las lagunas.
El sabio Erick Santiago Antúnez de Mayolo trabajó años sobre los “indicadores”. Decía que si las aves hacen sus nidos en la ribera de los riachuelos se agostarán los surcos. Si anidan en lugares seguros el agua  bajará a caudales. Igualmente si las arañas tejen sus telas a futuro a ras de las corrientes o eligen sitios protegidos.

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Hay que reunir a la gente de las comunidades y los pueblos cercanos para conversar sobre el tema del agua. Ellos saben cuando adelantan o atrasan su trabajo en los campos. De acuerdo a eso pueden variar sus esquemas. La maway es una siembra temprana, precoz. “Papita primeriza, “que no se come sin su dueña”, dicen los waynos, porque es más pequeña y dulce. En el otro extremo la q’epa tarpuy es tardía.

Las cosechas son rotativas y se aplica el ayni y la minka, “la reciprocidad y el trabajo colectivo” que funcionan desde épocas antiquísimas.
La pillpinto, una variedad de papa huancavelicana de color, o la yana huanuqueña, que es negra, sólo crecen en determinado sitio y es inútil pensar en trasladarlas. Su secreto se debe al tipo de minerales donde echan sus raíces. El choqllopoqochi, un pajarito negro “que hace madurar el maíz” aparece sólo en el Valle Sagrado de los Inkas, Cusco. No vuela a otras partes.

Por lo menos ocho millones de peruanos viven en el campo, agrupados en unas 7,000 comunidades y más de cien mil pueblos. De ellos depende el resto. Los peruanos tenemos que ponernos en acción. Según los expertos del clima el Perú es el país con más riesgos climáticos a nivel mundial. El agua es vida. Si por desgracia se acabaran los glaciares podríamos recurrir a la Amazonía. ¡No hay que hipotecarla! ¡Es un manto verde para las próximas generaciones!   
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* DESCO. Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo.

Alfonsina Barrionuevo

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