A lo lejos
vi la cascada como un arco curvado sobre la roca.
-Anoche cayó la helada -, me
dijeron en la estancia donde mi cansancio se esfumó al beber a sorbos un mate de
fragante muña. -Si tienes suerte verás la paqcha llena de estrellas cerca del
chaki ñan. A su lado estará una mujer haciendo bailar su rueca. Ella te saludará
con una sonrisa. Es Mama Yaku, la madre del agua. No te detengas mucho tiempo.
Tiene encanto y te puedes quedar allí para siempre. Está preocupada. Sabe que
su padre, el nevado, donde nace la
cascada, se está derritiendo.
Su pronóstico fue exacto. El
torrente congelado brillaba con gotas que parecían de diamante. Sentada sobre
una roca la madre del agua estaba hermosa con su camisa de bayeta, chaleco bordado
y amplias polleras. El sombrero que cubría su cabeza tenía diminutas borlas de
colores. Vestía el atuendo de las mujeres de Kuchunbaya, Moquegua, donde está
la cascada.
La recordé al leer el libro
sobre cambio climático “Crisis Del Agua En Las Montañas Andinas” de DESCO*. Por
primera vez encontré investigadores de la ciudad que aceptaban la sabiduría de las comunidades. Ellas descubrieron por su
cuenta el efecto invernadero y comenzaron a usar conocimientos y tecnologías
prehispánicas para enfrentar el calentamiento global.
En Cusco, Puno, Huancavelica,
el maíz y la papa “los alertaron” de la presencia del fenómeno. Les “dijeron” que debían variar su
habitat y se mudaron más arriba de los lugares donde crecían, El maíz a los 4,000 metros y la papa
a los 4,500 metros
más o menos.
En los Andes todo está vivo.
Algo que no advierten los gobernantes miopes de la ciudad y atentan contra la
naturaleza. Aquellos que aman la tierra se resisten a verla morir. Los
investigadores del clima de DESCO observaron que ante los nuevos retos eran capaces de
volver a prácticas y “saberes” ancestrales.
En la zona altoandina de Lampa (Puno) y
Cailloma (Arequipa), su accesibilidad se hizo evidente al aceptar su propuesta
de técnicas modernas para recuperar y
revitalizar áreas de pastizales naturales, expandirlas y recargar los
humedales.
“Criar” el agua de las
lluvias, que son una “siembra” del cielo en invierno, y guardar la “cosecha” en micro represas para su
uso en las épocas siguientes, les pareció magnífico. “Despensas” líquidas cuyo adecuado
manejo aseguraba el verdor a miles de metros de altura.
Antes del arribo de los españoles los antiguos agricultores crearon
admirables sistemas de irrigación, tallaron con franjas de andenerías los
cerros para extender sus fronteras y hacia el sur del altiplano construyeron
waru warus, camellones elevados sobre canales.
Urge volver a las fuentes
para nutrirnos y alternar las investigaciones de ayer con las de hoy. Las
comunidades de la yunga, la qechwa, la suni y la puna conocen muy bien las
señales en el firmamento, en los fenómenos metereológicos y en el comportamiento
de la fauna y la flora, para saber si el año será lluvioso o excesivamente
seco.
En el Valle Sagrado, Cusco, me
explicaron sobre el fulgor de la Qolqa, un grupo de estrellas granero. Si todas
son brillantes, bien. Si dos o tres son débiles, fatal. En Yauyos, Lima, la Vía Láctea “entra al
mar y sale por canales subterráneos.” Antes de limpiar las acequias los
varallos o alcaldes andinos recogen el agua con estrellas y la llevan en
ofrenda a las lagunas.
El sabio Erick Santiago
Antúnez de Mayolo trabajó años sobre los “indicadores”. Decía que si las aves
hacen sus nidos en la ribera de los riachuelos se agostarán los surcos. Si anidan
en lugares seguros el agua bajará a
caudales. Igualmente si las arañas tejen sus telas a futuro a ras de las
corrientes o eligen sitios protegidos.
Hay que reunir a la gente de
las comunidades y los pueblos cercanos para conversar sobre el tema del agua. Ellos
saben cuando adelantan o atrasan su trabajo en los campos. De acuerdo a eso
pueden variar sus esquemas. La maway es una siembra temprana, precoz. “Papita
primeriza, “que no se come sin su dueña”, dicen los waynos, porque es más
pequeña y dulce. En el otro extremo la q’epa tarpuy es tardía.
Las cosechas son rotativas y
se aplica el ayni y la minka, “la reciprocidad y el trabajo colectivo” que
funcionan desde épocas antiquísimas.
La pillpinto, una variedad
de papa huancavelicana de color, o la yana huanuqueña, que es negra, sólo
crecen en determinado sitio y es inútil pensar en trasladarlas. Su secreto se
debe al tipo de minerales donde echan sus raíces. El choqllopoqochi, un
pajarito negro “que hace madurar el maíz” aparece sólo en el Valle Sagrado de
los Inkas, Cusco. No vuela a otras partes.
Por lo menos ocho millones
de peruanos viven en el campo, agrupados en unas 7,000 comunidades y más de
cien mil pueblos. De ellos depende el resto. Los peruanos tenemos que ponernos
en acción. Según los expertos del clima el Perú es el país con más riesgos
climáticos a nivel mundial. El agua es vida. Si por desgracia se acabaran los
glaciares podríamos recurrir a la Amazonía. ¡No hay que hipotecarla! ¡Es un
manto verde para las próximas generaciones!
_________________________________
* DESCO. Centro de
Estudios y Promoción del Desarrollo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario