MAESTRO CON ALITAS
Nadie sabe cómo fue creado el hombre. A lo
más hemos alcanzado a conocer, por las Sagradas Escrituras, que fue hecho de
barro y que perdió una costilla para que el Señor hiciera a la mujer. Sin embargo,
según las leyendas andinas hubo un testigo. Un pajarito que lo vio en el norte
del Perú. Dios hizo una masa de barro y después le fue dando vueltas, dice una
leyenda. El pajarito, a quien después le dieron el nombre de chilalo, estuvo
observándole y como tenía que hacer su nido pensó aplicar esa tecnología. El
problema fue que no tenía manos para el paleteo. Entonces, como era muy
ingenioso, empleó las patitas. ¡Dale por allí, dale por allá y dále…! Al final obtuvo
una bola redonda y pulida. La abrió por un costado y así tuvo un lugar para
criar a sus polluelos.
Los habitantes de Chulucanas, Piura,
aprendieron del chilalo a modelar el
barro. Sus vasijas son amasadas con una maestría espectacular. Si Dios hizo así
al primer hombre su técnica fue nada
menos que celestial. Cuando fui por allá los vi trabajar de esa manera y me
pareció estupenda.
Me compré unos pajaritos para mi colección y tomé notas de la historia. Pueden ver las piezas de los chilalos en la muestra "ALFONSINA TOTAL" que se exhibe de lunes a viernes, de 9 de la mañana a 7 de la noche en el Museo de Artes y Tradiciones del Instituto Riva Aguero, Jr. Camaná 459, Lima. Tienen tiempo, dos semanas más. Les espero.
LOS FRUTALES DEL UBINAS
Emiliano Esquicha, morador de Huatagua, en las alturas
de Moquegua, sonríe ampliamente cuando habla del volcán “Ubinas”.
Para la gente del valle donde él nació, el
familiar “Tata” (padre) San Pedro es el protector de sus campos y villorrios,
aunque últimamente está de malhumor.
El “Ubinas”, a 5,672 m.s.n.m., abarca una superficie de 45 kilómetros cuadrados y
sus erupciones alcanzan hasta 4,000 metros de altura.
Se sabe que el volcán está en alerta
roja pero él, como los miembros de muchas generaciones, espera que no pase de
fumarolas y rezongos. Lo mismo piensan los demás habitantes de la provincia General
Sánchez Cerro, aunque últimamente están alertas.
“Lo que pasa es que el volcán está vivo y ésa
es la diferencia con otros que están dormidos desde hace miles de años”—comenta—.
“Allá la gente nace escuchando su vozarrón
interior y sabe que es su manera de hacer sentir su presencia.”
En las fiestas lo saludan con flores,
coca y chicha, ofrenda que el Apu volcánico comparte con la Pachamama o Madre
Tierra.
Maximiliano reconoce
que los de Querapi están muy cerca, a sólo unos cinco kilómetros, pero no se
mudarán muy lejos, porque no pueden abandonar las heredades de sus padres.
“Todos esperamos que pronto vuelva la tranquilidad. Estamos acostumbrados a sus
ruidos”, manifiesta.
Años atrás, cuando fui con Victoria
Cano Diaz al pueblo de Ubinas, las señoras recordaban que la ceniza del volcán
cayó durante varios días, pero que resistieron a esa descarga porque tenían
provisiones.
En realidad los pobladores de esa comarca tienen
una fibra muy recia y aunque aprecian los monitoreos del Instituto Geofísico
del Perú y el Ingemmet no se asustan. Si hay algo muy riesgoso, tendrán tiempo para
retirarse y luego volver. Muy rara vez
se producen explosiones y según dicen “sólo parecen fuegos artificiales.”
Los abuelos cuentan que el “Ubinas” tenía un
casquete de hielo como el “Misti” de Arequipa, que se cubre de nieve en algunos inviernos. Pero
un día lo lanzó por el aire y su cráter quedó al descubierto, como un boquerón
enorme que se ve claramente desde los aviones, cuando hay vientos muy fuertes
en su ruta habitual y se desvían por allí.
Por carretera se llega a Ubinas desde
Arequipa, atravesando la laguna “Salinas” que a veces se llena de pariwanas o flamencos rosados, y ofrece un espectáculo
bellísimo cuando levantan el vuelo. Eventualmente, la sal se solidifica y semeja
un páramo blanquecino.
El ómnibus que nos llevó fue
rodeando una trocha agreste, que ha
mejorado, pasando cerca a uno de sus ríos de agua dulce, fría y cristalina. “Los volcánmayu salen de los
flancos del “Ubinas”—cuenta Esquicha—“y riegan los pueblos del valle”. Su baja
temperatura hace pensar que va por cauces de roca que no tienen contacto con la
chimenea que sale por el otro lado del
cráter.
A su contenido de ciertos minerales se
atribuye la calidad de los frutales que crecen en los pisos ecológicos templados
de la zona, además de papas, maíz, alfalfa, cebolla, haba, zapallo y
hortalizas. En Huatagua, Huarina, Matalaque y otros anexos hay un constante jubileo
de lúkumas de corazón amarillo, peras jugosas, duraznos de pulpa blanca,
membrillos olorosos, higos que resuman dulzuras,
cerezos tiernos, guindas aromáticas,
tunas blancas y de colores, naranjas de néctares esenciales, pakaes de sabroso
”algodón”, paltas como de mantequilla y riquísimos
damascos que en Moquegua se maceran en piscos finísimos.
En el Perú muchas ciudades se han
poblado demasiado en lo últimos años. Pero Maximiliano
cuenta que en su provincia no han crecido. El aumento que se registra es de manera natural, mas no
por las migraciones. Tal vez los
foráneos no se acostumbran a dormir con los ruidosos monólogos del volcán y
prefieren irse a otros lugares.
¡En cambio ellos están muy bien en sus
distritos y anexos celebrando con danzas cada fecha santa!. En setiembre a San
Miguel Arcángel, en diciembre a la Inmaculada Concepción y, en enero, al Niño
de Praga. Los Patroncitos bailan para ellos con máscaras de tez blanca, ojos azules y
barbas. Los ví en casa de un familiar de Esquicha, evocando a los tucumanos, que en los años virreinales llegaban
desde Argentina con sus recuas de mulas a
vender productos de cuero para caballos.
Aperos, monturas, riendas, lazos y también frenos y herrajes. En algún momento dejaron de ir, pero queda la
danza como una remembranza.
“Ojalá que “Tata” San Pedro haga que el volcán
acabe con sus berrinches y nos deje en paz”, reclama Emiliano
Esquicha, para luego añadir: “Criamos vacunos, ovinos, alpakas y kuyes. Allá
se prepara deliciosos kuyes chaktados con piedras calientes, que resultan muy sabrosos
y crocantes”. Su receta es un secreto de las “chefs” del lugar. Ellas frotan la
piel de cada kuy con jugo de naranja y no sé qué más para que resulten
crocantes, con pequeñas burbujas de aire,
asado bajo piedras calientes. También preparan un sabroso puchero de cordero y
un chicharrón de cerdo con culantro o wakatay, para chuparse los dedos.
“En diciembre espero regresar, afirma. Para entonces, quizás el volcán
“Ubinas” haya vuelto a ronronear como un
gato mañoso. Así es nuestra vida y la aceptamos, confiando en la protección de
“Tata” San Pedro”, finaliza optimista.
Los amigos de Facebook me inspiran una profunda ternura, No escribo mucho pero me siento feliz de tanta atención. Es simpatiquísimo estar aquí compartiendo con todos y de todo. Recibo cantidad de opiniones sobre el censo.Mucha gente está protestando sobre los ecasillamietosen bl<aanco,negro o mestizo, en qechwa, aimara o mestizo. Cuánta discrimiacion Los espñoes que llegaron con Pizarro ya venían mezcladísimos entoncres porqué seguimos aceptando imposiciones. ¿No basta ser peruanos simplemente? Yo me considero hermana de nuestras etnias, todas, sin diferencia me gusta el wayno, el vals, el punpin, la waka waka y cuanto hay, también y Bethoven, Strauss, Litz muchos maestros europeos..
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