¿Para qué nos has hecho venir, hija?
¿Qué quieres pedir?
Las palabras de la Pachamama del
Waqaypata fueron dichas con suavidad.
Mi respuesta fue insólita pero
sincera.
-No quiero nada.
Aunque no podía verles percibí su sorpresa.
-¿Nos has hecho venir sólo por
curiosidad? -dijo la Pachamama con un tono de reproche.
-No. Yo quería hacerles una pregunta.
¿ Dónde estaban Uds. hace más de
cuatrocientos años cuando nuestro pueblo fue tratado con ensañamiento y crueldad
por los españoles? ¿Por qué permitieron tanto horror y tanta muerte?
-Hija, tú piensas a lo mejor que somos unos cuantos. Te
engañas. Somos miles en los Andes.
¿Quieres que vengan todos?. Yo les llamaré y vendrán, -ofreció ella.
Pensé en la habitación de Cama y me
figuré cómo temblaría con el revuelo de miles de alas.
-No quiero que se enojen, le respondí. –No se
trata de ofenderles. Pero, es algo que llevo como una espina dentro de mi y me
hace daño. Hoy, por fin, quiero saber por qué no acudieron en su ayuda.
-Mira hija, nosotros nunca les
abandonamos. Lo que pasó es que dejamos de ser convocados. Hubo demasiada
persecución de nuestra gente, la que podía comunicarse con nosotros. Los que
sobrevivieron se escondieron muy lejos. Si quieres hablar con alguien en
especial dilo no más.
Pensé en el Salqantay, el hermoso nevado que quiero mucho.
Se le ve antes de llegar a Qosqo cuando se viaja en aviòn, como si fuera un
albo centinela. Es el nevado de la eterna juventud.
-Sí, me gustaría saludara mi padre, el
Salqantay.
-Pues, vendrá, hija. Aunque, no te
olvides que rey de reyes, el Apu mayor
de Qosqo.
La sacudida fue tan fuerte que me hizo
temblar mientras volaban mis cabellos …
___________________________________
Nota del libro “hablando con los Apus”
LAS WANKAS DE LA PAPA
Cada setiembre se repite un viejo
ritual en los Andes del Sur. Como hace
miles de años las menudas papas-semilla escuchan con avidez tiernas canciones.
El acto es preparatorio para iniciar las actividades de la siembra en Tarkuyo,
de la comunidad de Apachako, distrito de
Coporaque, Espinar. En la memorable
ceremonia del taki las papas escogidas entornan sus ojuelos con arrobo y una
sonrisa se dibuja en sus hoyuelos.
Las wankas para la Aqsomama o madre papa
son un descubrimiento en Cusco donde se han conservado hasta hoy. En días previos
se escucha el llamado del ‘yayawayawa’ como una caricia vocal a 3, 931 metros
sobre el nivel del mar. Su objeto es despertar
dulces recuerdos en la memoria de las papas
niñas.
Entre las 3,500 variedades de papa registradas
en nuestros Andes sólo unas tres o cuatro
evocarán las wankas tradicionales.
En localidades conocidas como productoras de papa se ha perdido esta conexión musical
con el famoso tubérculo que ha conquistado al mundo. La noticia de su
existencia es una primicia. La investigación ha sido hecha por Manuel Arce
Sotelo, quien ha obtenido el doctorado en etnomusicología, con una tesis sobre
el particular, en la Universidad de
Nanterre, París, Francia.
Nuestro entrevistado buscó varios años
novedades de su especialidad en el Perú.
Aunque Espinar es una provincia muy fría obtuvo allí resultados. Su sorpresa fue
indescriptible al penetrar círculos cerrados
sobre rituales guardados con celo. Lo ayudó en este aspecto Yanet Hermoza Pinedo, quien domina el idioma qechwa,
logrando con su conocimiento del idioma su acceso a las wankas.

La gente de Espinar desciende de los
k’anas, que formaron una cultura en esa área. Su parentesco con los pobladores
de la gran región del Tiawanako es innegable. De allí que no sea extraña la conservación de
cantos semejantes en la altipanpa. Por algo Puno y Cusco son el gran centro de los
domesticadores de la papa y donde hay la mayor cantidad de variedades.
Las wankas, considera el
etnomusicólogo, son el inicio de una serie de rituales que se suceden a lo largo del ciclo de la papa. Los cantos
tienen singular importancia porque
ayudan y estimulan a las semillas de la
papa para crecer y vencer obstáculos climáticos.
En el campo el día irrumpe muy
temprano. Los sembradores se reúnen y formando un círculo crean un ambiente propicio
para los cantos a capella de la cantora y un terceto de intérpretes. Ellas son
muy jóvenes, entre once y doce años de edad. El grupo ocupa el centro y se
cubre la cara levantando un extremo de su pollera para cantar quedamente, en
una suerte de privacidad.
El canto confidencial arranca de sus canteras
más profndas para engreirlas, diciéndoles dulcemente: Ñachus, mamallay, kuskayunkiña/
kayllay millk’aman, kaylla wachuman. O sea más o menos, ‘mamita, ya estamos juntas. para que vayas a tomar asiento en el wachu (o camellón)
que te espera.’ Kuskayusqaqa, yananchasqaqa/qanñas mamallay, waqtamuqtinpas. Agregando
que estarán a su lado hasta que lleguen a florecer.
Kanas (Canas) es una de las provincias que
toma parte en las batallas rituales del Toqto y el Chiaraqe. Siendo su objetivo
conseguir épicamente la protección de los Apus para tener un año agrario óptimo,
es lógico que impriman el mismo acento bélico a las wankas. Se quiere inspirar
confianza a las futuras papas para que soporten los daños que suelen provocar
los elementos telúricos en las sementeras.
El lirismo es típico en los takis. Amas mamallay, mancharinkichhu/fuerte qasaña
waqtamuqtinpas. “No tengas miedo, mamita, si una ráfaga de helada te
envuelve es sólo una brisa pasajera.” Amas, mamallay, risilankichhu/ rumi chikchiña
ch’allamuqtinpas. “No tiembles, mamita, si el granizo te golpea piensa que es
sólo como el rocío.”
Las intérpretes tienen un repertorio
que aprenden con la comunidad y las llaman a wankar cuando es necesario. Ella
son la memoria viviente de los versos y las melodías que escucharon en su corta vida. “Sus voces
bajan al Ukhu Pacha, donde se multiplicarán las papas, uniendo entidades
humanas y no humanas”.
En el pentagrama de ”su conciencia” las papas-semilla guardan sus hermosos
mensajes. La yayawayawa primigenia es
una invocación a su fertilidad y las wankas que se dejan oir después una
reiteración de su cariño. Altun phawaq
lasirwan/airiykita mañamuwan
Phawchi ukhu sirenita/ kunkaykita
mañamuway. “Golondrina que vuelas alto préstame tus alas
para llegar hasta ella; sirenita que habitas en el interior de las cascadas
préstame tu voz, para wankar.“ Si ellas les ayudan podrán decirle a las papas
que están de pie, en su puesto, sin moverse, como un árbol, sufriendo el azote
del viento con lágrimas de lluvia, porque las quieren.
Como sucede con numerosas tradiciones
agrarias el momento actual es crítico, declara Manuel Arce Sotelo. Las pequeñas
cantoras ya no quieren participar con las wankas. Ellas sueñan con las ciudades
y sus padres se quejan de que no aprenden a tejer sus mantas porque quieren
vestir de otro modo.
En Tarcuyo las familias se reunían en
el tatay aspiy para llamar a la papa antes de la cosecha; en
el tuta
qhashwa, para cantar de noche junto a las papas cosechadas; en el chuño
apay, para llevar la papa helada a su
depósito.
Unas diecisiete wankas recopiladas han logrado
sobrevivir a las tempestades etnológicas, económicas y hasta religiosas
foráneas como las evangélicas que arrasan con creencias y costumbres
importantes del Ande. En eso tienen que
ver también la división en parcelas para su titulación..
Sólo queda un camino. O las cantoras de
hoy entienden la trascendencia de esa herencia cultural y siguen transmitiendo las wankas a las nuevas generaciones o se
perderán. Es fundamental conservarlas y salvarlas
para la posteridad. Sin sus cantos la Aqsopapa o madre papa, se quedará huérfana
de afectos en los Andes.
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