domingo, 8 de febrero de 2015

MILES DE APUS EN LOS ANDES 


¿Para qué nos has hecho venir, hija? ¿Qué quieres pedir?
Las palabras de la Pachamama del Waqaypata fueron dichas con suavidad.
Mi respuesta fue insólita pero sincera.
-No quiero nada.
 Aunque no podía verles percibí su sorpresa.
-¿Nos has hecho venir sólo por curiosidad? -dijo la Pachamama con un tono de reproche.
-No. Yo quería hacerles una pregunta. ¿ Dónde estaban Uds.  hace más de cuatrocientos años cuando nuestro pueblo fue tratado con ensañamiento y crueldad por los españoles? ¿Por qué permitieron tanto horror y tanta muerte?
-Hija, tú piensas a lo mejor que somos unos cuantos. Te engañas. Somos miles en  los Andes. ¿Quieres que vengan todos?. Yo les llamaré y vendrán, -ofreció ella.
Pensé en la habitación de Cama y me figuré cómo temblaría con el revuelo de miles de alas.
 -No quiero que se enojen, le respondí. –No se trata de ofenderles. Pero, es algo que llevo como una espina dentro de mi y me hace daño. Hoy, por fin, quiero saber por qué no acudieron en su ayuda.
-Mira hija, nosotros nunca les abandonamos. Lo que pasó es que dejamos de ser convocados. Hubo demasiada persecución de nuestra gente, la que podía comunicarse con nosotros. Los que sobrevivieron se escondieron muy lejos. Si quieres hablar con alguien en especial dilo no más.
Pensé en el Salqantay, el hermoso nevado que quiero mucho. Se le ve antes de llegar a Qosqo cuando se viaja en aviòn, como si fuera un albo centinela. Es el nevado de la eterna juventud.
-Sí, me gustaría saludara mi padre, el  Salqantay.
-Pues, vendrá, hija. Aunque, no te olvides que  rey de reyes, el Apu mayor de Qosqo.
La sacudida fue tan fuerte que me hizo temblar mientras volaban mis cabellos …
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Nota del libro “hablando con los Apus”



LAS WANKAS DE LA PAPA

Cada setiembre se repite un viejo ritual  en los Andes del Sur. Como hace miles de años las menudas papas-semilla escuchan con avidez tiernas canciones. El acto es preparatorio para iniciar las actividades de la siembra en Tarkuyo, de la comunidad de Apachako,  distrito de Coporaque, Espinar.  En la memorable ceremonia del taki las papas escogidas entornan sus ojuelos con arrobo y una sonrisa se dibuja en sus hoyuelos.  
Las wankas para la Aqsomama o madre papa son un descubrimiento en Cusco donde se han conservado hasta hoy. En días previos se escucha el llamado del ‘yayawayawa’ como una caricia vocal a 3, 931 metros sobre el nivel del mar.  Su objeto es despertar dulces recuerdos  en la memoria de las papas niñas.  
Entre las 3,500 variedades de papa registradas en nuestros Andes sólo unas tres o cuatro  evocarán  las wankas tradicionales. En localidades conocidas como productoras de papa se ha perdido esta conexión musical con el famoso tubérculo que ha conquistado al mundo. La noticia de su existencia es una primicia. La investigación ha sido hecha por Manuel Arce Sotelo, quien ha obtenido el doctorado en etnomusicología, con una tesis sobre el particular,  en la Universidad de Nanterre, París, Francia.
Nuestro entrevistado buscó varios años novedades de su especialidad  en el Perú. Aunque Espinar es una provincia muy fría obtuvo allí resultados. Su sorpresa fue indescriptible al penetrar círculos cerrados  sobre rituales guardados con celo. Lo ayudó en este aspecto Yanet  Hermoza Pinedo, quien domina el idioma qechwa, logrando con su conocimiento del idioma su acceso a las wankas.

En su tesis afirma que “la vida emotiva en las alturas ha encontrado canales de expresión  tan interesantes como la producción agrícola. En cada planta hay una carga de historia cultural que convierte a la especie en un actor vivo  de su transcurrir cotidiano. Los cuidados que exige y los cambios a que está sujeta hacen que sus cultivadores les atribuyan características de comportamiento humano.”
La gente de Espinar desciende de los k’anas, que formaron una cultura en esa área. Su parentesco con los pobladores de la gran región del Tiawanako es innegable.  De allí que no sea extraña la conservación de cantos semejantes en la altipanpa. Por algo Puno y Cusco son el gran centro de los domesticadores de la papa y donde hay la mayor cantidad de variedades.
Las wankas, considera el etnomusicólogo, son el inicio de una serie de rituales que se suceden  a lo largo del ciclo de la papa. Los cantos tienen singular importancia  porque ayudan y estimulan a las semillas  de la papa para crecer y vencer obstáculos climáticos.
En el campo el día irrumpe muy temprano. Los sembradores se reúnen y formando un círculo crean un ambiente propicio para los cantos a capella de la cantora y un terceto de intérpretes. Ellas son muy jóvenes, entre once y doce años de edad. El grupo ocupa el centro y se cubre la cara levantando un extremo de su pollera para cantar quedamente, en una suerte de privacidad.
El canto confidencial arranca de sus canteras más profndas para engreirlas, diciéndoles dulcemente:  Ñachus, mamallay, kuskayunkiña/ kayllay millk’aman, kaylla wachuman.  O sea más o menos, ‘mamita,  ya estamos juntas. para que  vayas a tomar asiento en el wachu (o camellón)  que te espera.’ Kuskayusqaqa, yananchasqaqa/qanñas mamallay, waqtamuqtinpas. Agregando que estarán a su lado hasta que lleguen a florecer.
 Kanas (Canas) es una de las provincias que toma parte en las batallas rituales del Toqto y el Chiaraqe. Siendo su objetivo conseguir épicamente la protección de los Apus para tener un año agrario óptimo, es lógico que impriman el mismo acento bélico a las wankas. Se quiere inspirar confianza a las futuras papas para que soporten los daños que suelen provocar los elementos telúricos en las sementeras.
El lirismo es típico en los takis. Amas mamallay, mancharinkichhu/fuerte qasaña waqtamuqtinpas. “No tengas miedo, mamita, si una ráfaga de helada te envuelve es sólo una brisa pasajera.”  Amas, mamallay, risilankichhu/ rumi chikchiña ch’allamuqtinpas. “No tiembles, mamita, si el granizo te golpea piensa que es sólo como el rocío.” 
Las intérpretes tienen un repertorio que aprenden con la comunidad y las llaman a wankar cuando es necesario. Ella son la memoria viviente de los versos y las melodías  que escucharon en su corta vida. “Sus voces bajan al Ukhu Pacha, donde se multiplicarán las papas, uniendo entidades humanas y no humanas”.
En el pentagrama de ”su conciencia”  las papas-semilla guardan sus hermosos mensajes. La yayawayawa primigenia  es una invocación a su fertilidad y las wankas que se dejan oir después una reiteración de su cariño. Altun phawaq lasirwan/airiykita mañamuwan  Phawchi  ukhu sirenita/ kunkaykita mañamuway.   “Golondrina que vuelas alto préstame tus alas para llegar hasta ella; sirenita que habitas en el interior de las cascadas préstame tu voz, para wankar.“ Si ellas les ayudan podrán decirle a las papas que están de pie, en su puesto, sin moverse, como un árbol, sufriendo el azote del viento con lágrimas de lluvia, porque las quieren.
Como sucede con numerosas tradiciones agrarias el momento actual es crítico, declara Manuel Arce Sotelo. Las pequeñas cantoras ya no quieren participar con las wankas. Ellas sueñan con las ciudades y sus padres se quejan de que no aprenden a tejer sus mantas porque quieren vestir de otro modo.
En Tarcuyo las familias se reunían en el tatay aspiy  para llamar a la papa antes de la cosecha; en el  tuta qhashwa, para cantar de noche junto a las papas cosechadas; en  el chuño apay, para  llevar la papa helada a su depósito.
 Unas diecisiete wankas recopiladas han logrado sobrevivir a las tempestades etnológicas, económicas y hasta religiosas foráneas como las evangélicas que arrasan con creencias y costumbres importantes del Ande.  En eso tienen que ver también la división en parcelas para su titulación..
Sólo queda un camino. O las cantoras de hoy entienden la trascendencia de esa herencia cultural y siguen transmitiendo  las wankas a las nuevas generaciones o se perderán.  Es fundamental conservarlas y salvarlas para la posteridad. Sin sus cantos la Aqsopapa o madre papa, se quedará huérfana de afectos en los Andes.

Alfonsina Barrionuevo

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