LOS APUS Y JOSE CAMA
He
hablado hace un par de días con José Cama. Para mí es grato porque es hijo de Mario
Cama. Estuvimos hablando sobre las revelaciones de la Pachamama Waqaypata Qosqo.
Le conté que en una sesión ella dijo que antes existió en el lugar un gran lago
que a partir de 1911 se comenzó a llamar lago Morkill. Un día se vació y ella apareció
en un lugar seco y los primeros habitantes del lugar le llamaron Pachamama
Qosqo Wanka, “la madre tierra que está en la gran peña del centro.” Ellos bajaron
del altiplano y le tomaron cariño. Después llegaron los Inkas.
Las
declaraciones de la Pachamama adquieren mayor valor cuando se lee a Juan de
Betanzos quien se refiere a la identidad de los primeros pobladores del Qosqo.
Le
comenté a José, que es un joven altomisayoq que la decisión de su padre para
dedicarme sesiones completamente privadas me dio a conocer aspectos inéditos
sobre los Apus y la Pachamama. Después
de la muerte prematura de Mario no pude encontrar otro altomisa que
entendiera lo que quería hacer, entrevistarlos.
José no lo pensó mucho. De inmediato me propuso que continuáramos las sesiones
para restablecer esos diàlogos que son tan importantes. Me pareció estupendo.
Cuando vaya a Qosqo le avisaré y comenzaremos. El hilo quedará entonces restablecido. Ya no
estará trunco.
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Notas
del libro “Hablando con los Apus”. Los que quieran un ejemplar pedirlo a miskha@terra.com.pe.
MAGIA Y DULZURA DEL SAUCO
Entre 2,500 y 3,000 metros de altura
las uvillas del sauco crían dulzuras. Su miel es pura ambrosía. Un aura
abrigada engríe a sus diminutos frutos que ensayan sus juegos meciéndose en
columpios de brisa. Sus virtudes, si fueron conocidas por las amas de casa, estuvieron
olvidadas. Se borraron de su memoria. Hasta que un día, unas décadas atrás,
reaparecieron con fuerza en el Qosqo (*).
Los codiciados potes, que contenían la
gentil mermelada, viajaron de pronto a la capital imperial desde Paucartambo. Hasta
entonces la conserva de frutilla fue reina y señora de los afortunados
paladares que degustaban su sabor con la nata de leche, servida con placer en
sus desayunos.
El sauco (Sambucus nigra) llegó con
humildad, mientras la frutilla se fue ausentando del Valle Sagrado de los Inkas
arrasada por las plagas. Poco a poco la sustituyó y se convirtió en el nuevo
acompañante de la famosa crema que es buscada por los turistas que llegan a la
ciudad puma. La conserva de fresa le sigue haciendo batalla como segundona;
pues, en primer lugar están el sauco con el aguaymanto de aroma y presencia
singular.
Se pensaba que el sauco era nacional,
procedente de huertos preinkas. Sin embargo, hay duda sobre su origen. Podría
ser europeo, pero existe también en el
Africa y Estados Unidos de Norteamérica. También se dice que hay un sauco
peruviano, pero no se ha llegado a decantar su identidad, que sigue en vereda.
En el Ministerio de Agricultura aseguran que este
arbusto alto, casi un árbol, de flores blancas y frutos de un
lindo color morado pertenece a Europa, Asia, Norte de Africa y Norte de América.
Su nombre científico es “Sambucus Nigra”
y provendría del griego “sambuke”; que significa flauta, porque
en épocas pasadas se fabricaba este instrumento musical empleando sus ramas.
“Existen muchas variedades,” ─dice el
blog de peru.com/cocina-peruana/el-sauco─ “Casi todas ellas toman el nombre de
la región donde se cultiva. Por ejemplo, en México es Sambucas mexicana, en
Perú es Sambucas peruviana, etc.
Agrega el blog que “su uso desde el
neolítico está relacionado con la
magia. La vara de los magos en la antigüedad era de la madera
de este árbol.”
Viéndolo así habría una asociación del sauco con los
duendes. En Google dice que son “criaturas feéricas”, las cuales se mueven en el mundo de las hadas.
En el Qosqo mucha gente del campo no
quiere tener saucos en sus huertos porque afirman que estos árboles “jalan a
los duendes”. Ana María
Gálvez , Directora del Museo Histórico “Inca Garcilaso”,
escuchó está versión. Días más tarde un familiar le refirió que había visto un
par de duendes muy pequeños sentados en su ropero. Ellos gesticulaban, al
parecer en una conversación muy entretenida, moviendo los pies calzados con
babuchas terminadas en punta. “Apenas sintieron que eran mirados se esfumaron,
contó aquel. Por supuesto que en el patio de su casa hay un sauco.
Recuerdo que Mercedes, una hermana de
mi padre, me relató la historia de Nicolasa Pesque, quien tenía su casa en la
plaza principal de Huaro, Quispicanchis. Resulta que de pronto comenzaron a
llover piedrecillas de río en el interior de ella. Al principio encontraron una
que otra en el suelo, sin darles importancia. La situación se tornó crítica
cuando comenzaron a caer en la sala en gran cantidad.
Ella le atizó un coscorrón y éste, en
medio de lloros y pucheros, explicó que debajo de una banca había visto unos
hombrecitos, con unos gorros largos y babuchas enroscadas en la punta que se daban
de puñetes entre ellos y se ponían de cabeza cuando las señoras decían: “Santa María,
Madre de Dios.” Eso le divertía hasta que no pudo aguantar la risa. Por cierto que los
duendes desfilaron cuando el señor cura hizo que le llevaran agua bendita y
roció los ambientes de la casa.
Esto de los duendes parece que se da
en muchos pueblos sin que tengan similitud con los de otros países salvo en las
babuchas. Pero, hasta eso. En una tumba hallada en Wilkapanpa, último bastión de Manko
Inka, se ha encontrado una cerámica que aparenta ser una babucha con las punta
hacia arriba.
Que yo sepa, la zapatilla que usaba la
qoya ─esposa del inka─ era de plata finamente entrejida y no sería raro que
terminara ligeramente en punta. Igualmente, el shukui de cuero de camélido que
se usa en el centro del
país y en el sur de Lima, terminan ligeramente en punta. Ninguna relación con
las zapatillas de los duendes.
En Google se dice que el muki y el
chullanchaki son duendes. En realidad nada de eso. Para el Perú son personajes o
personajillos mágicos, junto con el ichiq´ollqo, el uchuchulko y otros.
Sobre los duendes del sauco, que más
parecen virreinales, sólo debo agregar que si existen en el imaginario popular,
están allí para dar al fruto alegría y sabor. La mermelada de sauco, un poco
agridulce y ─por lo mismo─ atractiva, está en el renglón de las frutas exóticas
que están saliendo al extranjero con la marca Perú. Que le
vaya bien. Con duendes o sin duendes siempre es deliciosa.
(*)
Qosqo. Cusco.
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