domingo, 16 de marzo de 2014

Revisando notas que hicieron a propósito de la presentación de “Templos Sagrados de Machupiqchu”
encontré una muy original que copio para los lectores de “Perú Mundo de Leyendas”:  
                                          
“No sé cómo  hizo Alfonsina Barrionuevo pero se zambulló a la moda de los años 500 con bobitos y lazos hasta el tobillo y las muñecas. Se zambulló en los océanos de tinta de Cristóbal de Albornoz y del licenciado Juan Polo de Ondegardo. La tapa. Había estado esquivando a Juan de Betanzos que le hacía ojitos pero qué hacer tenía que encontrar los sitios sagrados o wakas de Machupiqchu. Al final se fue de brazo con Pedro Pizarro. Ella no vaciló en esa aventura de siglos pues el premio fue ubicar diecisiete templos, sitios o wakas en el famoso santuario, dejando pasmados a cuantos decían que no había nada que encontrar. Sus hallazgos son para dejar turulatos a los propios y turistas. Ya se irán con su libro “Templos Sagrados de Machupiqchu” y una lupa del Hubble. Tienen para pasmarse además con  dos “nuevos” intiwatanas descubiertos en el mismo Cusco. Uno en un hotel que se llama “Sueños del Inca” y que perteneció (el área) a Pachakuti Inka Yupanki, a tres cuadras de la Plaza Mayor y otro en Saqsaywaman; unas miniaturas de ofrenda de oro y plata que se ponían a las wakas y una mazorca de oro que perteneció a los jardines del Qorikancha. Ella es una investigadora de fondo y, ¡a leer el libro cometido!”
E.B.


 PALMERAS DE LA AMAZONIA
Un gusano gordo que se albergaba entre las sábanas de seda de una palmera fue mi  primer contacto con ellas. Se lo debo al amauta Javier Pulgar Vidal quien me invitó a saborear este singular especimen en su casa de la avenida Javier Prado. Se llama suri o wayt’anpu y frito es un chicharrón exquisito. Llegué un poco tarde y sólo quedó su grasa blanquecina  que el doctor me ofreció muy gentilmente en una tostada para que pudiera apreciar su sabor. Me gustó, de veras. Me quedé con las ganas porque a él se lo enviaban de Huánuco para su deleite.         
A la fecha he aprendido algo más de las palmeras que lo cobijan y de otras que regalan sus frutos dulces para la gente en las ciudades de la omagua y la rupa rupa. Palmeras que tienen además de éstos otros usos interesantes entre las naciones que viven en su frágil ecosistema, cuidándolo para no depredarlo. Una sabiduría que no alcanza a los gobiernos que creen que pueden hacer tabla rasa de esta hermosa región que posee una biodiversidad impresionante y cuyo manejo es muy delicado.
Betty Millán, Directora del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de San Marcos, magíster en botánica tropical y doctora en ciencias biológicas, señala que la apetitosa larva se arropa en el capullo que teje en el tronco de  tres palmeras diferentes, el aguaje, el ungurawi o la shapaja. Su madre, un coleóptero de la selva, deposita sus huevos en las fisuras que encuentra. Los seres humanos u otras criaturas de la foresta pueden  interrumpir su ciclo cuando lo atrapan. Ya no será un escarabajo pero sí fuente de proteínas para los afortunados comensales.

Nuestra investigadora se preparó para la labor que realiza haciendo su maestría  con el profesor Francis Kahn en Francia, entrenándose después en Montpellier, del mismo país, y en el Smithsonian Institute de Estados Unidos de Norteamérica, para la extracción de ADN, el manejo del herbario del museo y particularmente la observación de palmeras.        

Desde 1989 y con informes anteriores se han contabilizado hasta 1,500  palmeras que despliegan con orgullo sus hojas ovaladas, alargadas, lanceoladas, con formas irregulares o crestas que se abren como abanicos. En Loreto, Huánuco, San Martín, Madre de Dios y Amazonas, existen muchas que son nuevas para la ciencia.
Teniendo en cuenta la condición fértil de la tierra en Lima Betty Millán espera aclimatar algunas variedades en el vivero del museo. Para un primer intento tiene la Astrocaryum o huicungo que puede crecer hasta cuatro o cinco metros, de hojas con agujeros que parecen caladas; la Chamaedorea fragans, sangapilla o shicashica, cuyas flores de color blanco crema desprenden un olor parecido al durazno y la Ceroxylon quindiuence que puede estirarse hasta llegar a veinte metros. En su momento, cuando se multipliquen, pueden brindar un vistoso aspecto ornamental así como perfumar con su aroma las vías de la ciudad.          

Siendo tan alto su número podrían exhibir en vitrina las dotes generosas de la naturaleza en flores de variados colores, caprichosas espigas o racimos, frutos comestibles muy agradables y  de alto valor nutritivo y finalmente su aptitud  para la industria de la construcción.            
Desde el 2009, según dice, el Perú participa en un programa sobre palmeras con  Francia, Alemania, España, Dinamarca, Inglaterra, Colombia, Ecuador y Bolivia. El trabajo de campo se realiza en expediciones por vía fluvial y carrozable. Los riesgos no se miden cuando se trata de una gran tarea. Una víbora en la trocha, un margay o pequeño gato montés que pasa por ahí, la picadura constante de nubes de mosquitos, se afrontan.    
Los jugosos frutos de varias palmeras como el aguaje, el pijuayo y el ungurawi son aprovechados para elaborar refrescos y helados. en ciudades como Iquitos y Pucallpa, además de pueblos circundantes, la Euterpe Catinga es una vieja conocida en los campamentos turísticos con el nombre de chonta.

Sus usos abarcan más rubros, pues, obedecen a las necesidades de esa población desconocida de las naciones amazónicas de selva alta y baja. Sus conocimientos milenarios sobre ellas son patrimonio de la humanidad. La  Oenacarpus bataua,  la Bactris  gasipaes y la Astrocaryum chambira, para citar algunas, tienen condiciones y valores que podrían acceder a diferentes mercados.

Sus frutos son alimento y sirven también para aplicaciones medicinales, su aceite para fabricar cosméticos y su corteza para confeccionar artesanías. La Chamaedorea pauciflora curiosamente tiene propiedades como desodorante. En cuanto  al  aspecto de la construcción estaría la Socratea exorrhyza para pisos y la Phytelephas tenuicaulis para el techado de las casas. 
Las palmeras forman parte de un universo que se mueve en la espesura, mariposas, arañas, murciélagos frugívoros, monos, ardillas, picaflores y otros. La gente de la inmensa región de los árboles y los ríos sabe cómo manejarlas para no afectar su existencia. Para cosechar sus frutos se deslizan ágilmente por sus troncos y no necesitan cortarlos como hacen los que llegan de otras partes, simplemente los doblan.

En los últimos 25 años se han hecho encuestas entre los amawaka del río Bocapariamanu, Madre de Dios; los nawas  del río Serjali, Ucayali; los shipibo conibo, del río Ucayali; los ashaninka de San Pedro de Pichanaz, Junín; los aguaruna del río Marañó n, Amazonas; los wanbisa del río Santiago, Loreto; y, los cocama-cocamilla del río Pacaya Samiria, Loreto; con  resultados sorprendentes.  
Según explica Betty Millán el enfoque de los trabajos taxonómico o ecológico proveen informaciones etnobotánicas y también de botánica económica, con una posible implicancia dentro de un marco de desarrollo sostenible. El manejo organizado de las poblaciones naturales, el desarrollo de sistemas agroforestales o  la recuperación de suelos degradados y espacios deforestados.

En lo que se refiere a su empleo se anotaron unos 268 diferentes en 16 categorías. Los más frecuentes fueron construcción (pisos, puertas, muebles, postes), comestible (frutos, refrescos, helados), artesanal (soguillas para canastas, etc.) y medicinal (sal vegetal), perfumes y tintes.
La producción científica fue analizada en varias categorías. Estudios de botánica económica general, estudios etnográficos y de etnobiología, estudios en palmeras americanas de interés económico y estudios que tratan exclusivamente de palmeras peruanas útiles.  
Hasta ahora la agroindustria trabaja con tres palmeras, el cocotero, la palmera aceitera  africana y la palmera datilera, que monopolizan los circuitos comerciales a nivel mundial. Casi no hay espacio para las palmeras nativas, muy atrasadas en el proceso de mejoramiento para convencer a los proveedores de fondos para invertir en la investigación. 
Las investigaciones etnobotánicas deben ser más activas, afirma Betty Millán, para manejar con mayor eficiencia estos recursos. Las palmeras amazónicas  pueden responder a los retos de nuestro tiempo y asegurar su futuro.

Alfonsina Barrionuevo      

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