EL AGUA DE LOS GLACIARES
Contemplar las caminatas del
agua en los Andes es una gloria. Cae en cascada translúcida, se entrega en
chorro blanco, avanza con ímpetu por los canales de riego para calmar la sed de
los surcos, circula por las arterias humanas y llega su corazón para darle
ánimos. En el Perú el agua no es la amada Mama Yaku de las comunidades nativas.
Recibe agravios de las poblaciones citadinas, abusos en los febreros limeños
donde los carnavales se extendieron nefastamente de tres días a un mes en que
se desperdicia dolorosamente. Se contamina sin piedad por las emisiones de las fábricas
y los relaves de las empresas mineras y del agua blanca se torna en agua negra.
En las proximidades del
Día del Agua me parece exacto cuanto dice Armando Alvarado Balarezzo que desde
su blog de Vergne, USA, habla de una de
las montañas tropicales de glaciares que tiene el Perú y que debía ser su orgullo.
Natural de Chiquián, Bolognesi, Ancash, su voz se levanta para defender a Huayhuash.
Seguramente no habránhermosaslagunas/frescos manantiales, dulces arroyos/blancas playas, ni ríos sonoros.
Abajo todo será
gris páramo/ aunque arriba el cielo esté azul
y el Sol, más dorado que nunca..
y el Sol, más dorado que nunca..
Probablemente algún reptil sobreviva/ lamiendo gotas de ácida lluvia,
pero sólo hasta que el último cóndor/ caiga sobre él y lo devore…
Después el cóndor también morirá/ pero no de sed altura/ sino de agua pura...
Lo ocurrido en: México, Cuba y USA/es la punta del iceberg/de lo que puede pasar/ si continuamos de espaldas/ a la Madre Naturaleza...”
“Muere el día bajo
un negro manto en Quihuillán. En Jircán un chuluc toca su /violín plañidero:
penetrante, insondable... Así son las noches chiquianas para/ los chacareros y
pastores, con sus cansancios rebeldes, sus esperanzas/ fallidas, su filuda pena
y su candor campesino, cuando ven que los picachos/ más pequeños van perdiendo
su blancura.”
ALLPAHUAYO MISHANA
Iquitos, capital de Loreto, es como
una bellísima flor prendida en la increíble cabellera del Perú hecha de mar,
cerros, nevados, árboles y ríos. Una visita a la legendaria heredad de los
iquitos prehispánicos es descubrir la puerta misma de ese Antisuyu misterioso
que fascinaba a los Inkas, señores del Tawantinsuyu.
En el corazón de la selva baja Iquitos
revela facetas insospechadas de una región donde el avión que es su único medio
de ingreso vuela como un águila de metal sobre el manto verde de la foresta. He
estado muchas veces contemplando las puestas de sol en su malecón, navegando
por las cercanías de esa Venecia pobre que es el barrio de Belén, contemplando
la diversidad de especies animales y vegetales en su mercado, desde frutos
exóticos donde la naturaleza derrama esencias misteriosas hasta peces como la
karachama, que parece un guerrero armado hasta los dientes y suele “caminar” de
una charca a otra cuando se le termina el agua de la suya.
Hay mucho que ver en Iquitos, pero
nunca la visión de la selva u omagua será completa si no se hace un recorrido
por los ríos para internarse en sus dominios y sentir su turgencia, sus olores
y sonidos. Sobre todo en las reservas, y, hablando de ellas merece largamente
una visita Allpahuayo Mishana, un paraíso a quince kilómetros de la capital. El
Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana IIAP hace constantemente
descubrimientos en aire, agua y tierra.
Allí se deja ver el poderoso caimán
negro que fue inmortalizado en una estela chavin; el manatí, una graciosa
criatura que es un sirénido; los esquivos osos hormigueros de lenguas
cazadoras, monos grandes y pequeños de innumerables morisquetas y murcélagos
increíbles aficionados a la miel o frutívoros que vuelan a la sombra, entre
otros animales que transitan por sus bosques
de arena blanca, bosques de pantanos y de colinas arcillosas.
En sus aguas de sus riachuelos y
lagunas albergan desde peces de
antiquísimas estirpes hasta otros novedosos, junto a los lobos de río y
juguetonas tortugas, charapas, taricayas y motelos. Alrededor de la tahuanpas
las mariposas parecen flores aladas mientras las orquídeas semejan zarcillos en
los ramajes que alzan sus brazos vegetales al cielo.
Allpahuayo Mishana es un área
privilegiada en la misma selva loretana, como un arca de Noé amazónica, de
gran importancia económica y biológica,
cuyos habitantes tratan de cuidar su frágil ecosistema que es un perenne
atractivo para los viajeros de cinco continentes. Sus vecinos están en la zona
pero han aprendido a respetarla y protegerla cuidando de no inmiscuirse en su
existencia.
Hay que cuidar la auténtica magia de
la omagua, el sortilegio de la foresta y
la poesía que se desprende de su espacio poblado por espíritus míticos.
Allpahuayo Mishana es un lugar de encanto entre los ríos que siguen un curso de
encanto hacia el Atlántico a través del Amazonas. Tungurawa, el padre de todos.
En estos años de albores del siglo XXI
hay que llamar la atención para que estos espacios no sean agredidos y se
conserven para el futuro. La Amazonía es uno de los grandes pulmones de nuestro
planeta.
Alfonsina
Barrionuevo
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