domingo, 27 de octubre de 2019






LA ESCRITURA INKA  
Muchos se habrán preguntado por qué el khipukamayuq de Wiñay Wayna resultó invitando a la presentación de mi libro en la Municipalidad de Miraflores. Quise seguir su línea mágica en una tarde envuelta en resplandores. El ocaso calmo, empozando el aire por uno segundos hasta que la visión desapareció.  
El khipukamayuq me motivó, sin yo saberlo entonces, para escribir mi libro, ‘Qué dicen los Khipus,’ y quise que una vez en letras de molde asumiera la responsabilidad de convocar a los lectores.
En el 2005 cuando fui a Machupiqchu por el camino inka de tres días a pie lo vi, con nitidez, casi al terminar el recorrido. Debo aclarar que nunca más me ha ocurrido nada semejante e  inesperado. Estaba muy lejos, delante de un cerro del  sector de Wiñay Wayna, con un unkhu o túnica de oro que destellaba al sol del atardecer. Entre sus manos y mostrándolo agitaba un enorme khipu, también de oro, para llamar mi atención. Como era lógico mi guía no pudo verlo. Su mensaje era solo para mí.
Me pregunté entonces qué buscaba el extraño personaje. En el 2011 se cumplieron cien años de la apertura del famoso santuario y creí que eso debía ser y escribí el libro ‘Templos Sagrados de Machupiqchu’, investigando y atando cabos en los conocimientos de varias comunidades campesinas, que me permitieron ubicar unas quince  wakas. Pasaron unos años y sentí en mi interior que aquel no era su deseo y volví a pensar qué quería el misterioso escritor de hilos y ñudos.
Creo que el presente ensayo, sobre el Khipukancha, los khipukamayuq y sus escritos en cordeles, responde a su pedido.
En su desarrollo he optado por un punto de vista inédito, dentro del marco de la mentalidad andina, dejando de lado la occidental, para intentar la reinterpretación de hechos y versiones que los cronistas acomodaron a su beneficio y a la óptica de la Corona española y sus representantes en América.
Por tiempo innumerable se ha sostenido que los khipus servían solo para hacer cuentas, sumar, restar, dividir. Sin embargo, existieron otros en el Qosqo, a los cuales llama históricos Raúl Porras Barrenechea. Esos khipus constituían una modalidad propia de escritura para conservar memorias relativas a la vida de los Inkas y a cuanto sucedió en sus trescientos años de gobierno aproximadamente. 
En el mundo, en museos, archivos y colecciones privadas  existen, según los estudiosos, alrededor de novecientos y tantos khipus. Según ellos no hay uno solo inka y en su totalidad son contables. En el caso de los históricos se mantiene su misterio y no se puede encontrar una clave para descifrarlos porque no se ha hallado ni un ejemplar. Los khipus de escritura que alcanzaron a ver los cronistas se quemaron por peligrosos a partir de 1583 por acuerdo del Tercer Concilio Limense.
Pero, se puede saber qué dicen los khipus. Los españoles que llegaron a nuestro territorio no sabían de su existencia. Arrasaron el Qosqo y llegado un momento, aún el siglo XVI, recurrieron a los khipukamunayuq, ‘los indios viejos’, para recoger un rico y vasto material. Ellos les dictaron  leyendo en sus cuerdas y khipus los acontecimientos pasados en  cientos de años atrás. En los manuscritos se encuentran sus testimonios para quienes quieran extraerlos de la interlínea de sus crónicas.  

Foto: Fernando Seminario
Espero que al fin los khipukamayuq sean considerados como maestros de una escritura ‘sui generis’ y propia del Perú, expertos de khipus en la confección y el  manejo de los archivos del Khipukancha, el mismo que fue destruido por los usurpadores. Al referir su contenido los sobrevivientes salvaron una importante información del Tawantinsuyu.
Anhelo que un día las calles de la antigua ciudad emperadora, por lo menos aquellas que corresponden a la cabeza, el cuerpo, las patas y la cola del puma cusqueño, lleven placas con el nombre de los santuarios que Pachakuti Inka Yupanki diseñó, dentro de la silueta del felino. Será interesante que sus habitantes conozcan desde su niñez dónde quedaban las wakas o sitios sagrados del sol, la luna, las estrellas, el agua, el viento y el granizo, entre otros, que marcarán n sugestivos circuitos a miles de visitantes.
Alfonsina Barrionuevo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario