domingo, 1 de septiembre de 2019


PEQUEÑA AUSENCIA DEL BLOG

Amigos y amigas buenas noches:
Hay compromisos como la salud que obligan a suspender algunas actividades. Perú Mundo de Leyendas es el medio grato que me permite comunicarme con ustedes sin barreras de tiempo ni de espacio. En mis viajes he tratado de preparar con anticipación el que debía publicarse cada semana. Hoy debo ausentarse por varias semanas para volver con mayor energía. La cercanía de la presentación de mi libro ‘Qué dicen los Khipus’ me apremia. Gracias por la atención que le brindan. Hay tanto por hacer. En el Qosqo debo incorporarme a los descendientes de miles de hombres y mujeres con sus hijos que ofrendaron sus vidas en el movimiento libertario más grande de América. 
En sus pueblos Micaela Bastidas y José Gabriel Tupaq Amaru tuvieron que pasar por delante de cientos de picas sobre las cuales los españoles de Areche y del Valle clavaron sus cabezas para romper sus sueños, y no se diga que eran indígenas que tomaron las armas. Ellos sembraron la semilla que germinó con su sangre de lo que se alcanzó después, la independencia, cuyo bicentenario se celebrará en el 2021.

Tenía razón el historiador Jorge Cornejo Bouroncle al imaginar que si, salvando los tiempos y las creencias, se reunieran el Cristo y José Gabriel para equiparar la magnitud de lo sufrido, Aquél le hubiera dicho: ‘Tu dolor y el de tu esposa fue mayor que el mío’.

Quiero dejar escrito en la computadora el gesto magnífico de Tadeo Escalante, quien protestó en murales por la muerte ignominiosa a la que fueran condenados sometidos los esposos mártires. Pudo ser su seguidor o los vio conmocionado morir en la Waqaypata que se volvió sombría en el día cruel.

Me falta continuar investigando el otro rostro del Corpus que Toledo instauró en la ciudad imperial con el propósito de expulsar a las wakas cósmicas y telúricas que convivían con sus habitantes. Hay mucho que hilar para descubrirlas reinando sobre la testa de vírgenes y santos de la serie de esculturas del Corpus de Kukuli Velarde. En ese sentido Jorge Chara de San Sebastián fue cortante al aseverar. ‘Ellos (las imágenes) no son lo que se dice. Solo nosotros sabemos a quién estamos cargando.’ Podía ser la nieve, el rayo, el viento, la lluvia, el trueno.

En carpeta espera mi novela ‘La Chica de la Cruz’, ambientada en Huaro, el lar de mi familia paterna. Quiero publicar una segunda edición de ella que arranca de  mis raíces. Me anima el recuerdo de una época añorable que todavía evocan las familias del lugar. Será un motivo para que ingresen en su mundo de personajes fabulosos los nietos y cuantos lleguen en este siglo donde manda la máquina. Tengo mucho por hacer. Esta será una pausa para continuar, Dios mediante, revelando facetas de esta preciosa tierra que es nuestro hogar.
Alfonsina Barrionuevo

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