domingo, 29 de septiembre de 2019

GRACIAS AMIGOS DE LOS KHIPUS

Albricias, amigos de los khipus. Estoy felíz de haber puesto en circulación a estos instrumentos que tuvimos para escribir en el antiguo  Perú. Que se entienda bien. Los que aparecen en museos y colecciones privadas son los khipus contables. De los khipus históricos solo tenemos noticias. Miles que usaron los khipukamayuq para dar su versión de la historia del Perú en tiempo de los Inkas. Un sueño que se cumple con mi libro ‘Qué dicen los Khipus’.

Gracias a quienes estuvieron en esa noche memorable convocada con ayuda de la Municipalidad de Miraflores y también a los que no pudieron ir pero han colocado preciosas notas en Facebook. Siento su cordialidad siempre entrañable.

Misión cumplida señor khipukamayuq de Wiñay Wayna quien me lo sugirió al aparecer en ese lugar cuando hice a pie el camino a Machupiqchu. Para una segunda edición quiero revisar más de sus khipus. Haré lo que pueda mientras Dios me lo permita. ¡Prometido!


El libro tiene doscientas treintiocho páginas que incluyen cuarenta a todo color de Fernando Seminario, Peruska Chambi, José Álvarez Blas y también las que me proporcionó Julia Chambi de su padre, don Martín, en blanco y negro. En su edición he contado con la valiosa ayuda de Jesús Bellido, el editor en el diagramado final, Ricardo Pachas en la composición de las fotos de color, a Teresa Lastarria quien leyó conmigo el borrador, en la revisión paralela a mi hija Vida, en el uso de imágenes de sus esculturas a Kukuli y en la asistencia general a Victoria Cano Díaz.  

Resulta curioso  pero el antropólogo Juan Ossio asistió a la presentación de mi primer libro, ‘Cusco Mágico’ con Luis Nieto, connotado poeta, por entonces director del Instituto de Cultura de la capital imperial. Escribió el prólogo de ‘Poder en los Andes’ que se llamó después ‘Hablando con los Apus’, y volvió a abrir las páginas de éste con sus puntos de vista.


Pensé que sería un libro de evocación del Qosqo Inka, fundado en el lecho bravío del antiquísimo lago Morkill, donde hervían los elementos cósmicos y telúricos, resquebrajando peñas, fulminando morros, creando tempestades en su cáliz, azotado por vientos tumultuosos, golpeado por rayos y enceguecido por el resplandor de los truenos. No pudo ser porque al recoger la versión de los khipus de las crónicas del siglo XVI me encontré con la tragedia de un Qosqo que fue de piedra por muy pocos años. Lo desmoronaron apenas en meses y no se perdió de las memorias del tiempo por esos hombres sabios, los khipukamayuq, al hacer sus relatos antes de que se convirtiera en cenizas.  

Espero que al leer mi libro se desprenda de sus páginas el respeto y la admiración que siento por 

ellos.


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