KUKULI Y SUS SUEÑOS DE COLORES
Hubo un momento en que Kukuli demostró interés por
los retratos. En sus telas quedaron impresos los rostros de compañeras de
colegio, familiares y amigas. A la primera la pintó con una vikuña, a otra con
una montera, a la tercera con una orquídea y en cada caso con un motivo.
Después ella misma sería su modelo en diferentes posiciones y temas.
VIAJEROS
DE LA ESPERANZA
Mañana, la visita del Papa Francisco será un grato recuerdo. Nos quedará por largo tiempo
su sonrisa y su mirada con un candil de vida. Se ha acercado a todos
rápidamente, antes de que se terminara un Padre Nuestro, pero ha dejado una
huella de esperanza. Las etnias amazónicas le dijeron en Puerto Maldonado más o
menos, ‘queremos que nos defienda, los foráneos insisten en quitarnos nuestro territorio,
talan los árboles, nos persiguen, nos matan, no nos dejan vivir; queremos mantener
nuestra cultura, nuestras lenguas, nuestras costumbres porque no queremos
desaparecer; y dígale también a la humanidad que nos preocupa el sufrimiento de la
tierra por el cambio climático, pues los animales mueren y el agua dulce se
agota’. El Sumo Pontífice les dijo que son la memoria viva de la Amazonía, que
fue a verlos porque representan una gran posibilidad de lucha contra la devastación de los recursos naturales y la fuerte presión
de intereses económicos sobre lo que tienen, petróleo, gas, madera, oro, generando
abuso, trata de personas, violencia contra adolescentes y mujeres. En
reconocimiento a su presencia el Papa recibió la corona de Apu con que se
distingue a los hombres sabios. Su mensaje a los peruanos fue luchar por la
esperanza, que nadie nos quite ese derecho y todo cuanto significa en el respeto
a los demás y al planeta que es nuestro hogar.
En
este siglo el Papa Francisco volvió a traer para el Perú esas semillas de
batalla como hiciera el Papa Juan Pablo II en el siglo veinte. Lo vi en la
Basílica Catedral cuando llegó en 1985 y lo esperaban en la Plaza Mayor monjas
de los monasterios de clausura y los frailes de las órdenes de Lima. Recuerdo el
encuentro inolvidable por la comisión periodística que me dieron y a la que fui
con el fotógrafo Ángel Calvo.
Su
viaje a Qosqo pudo suspenderse aquel día, primero de febrero de lluvias, porque
los torrentes del cielo se volcaron sobre la ciudad. Su avión logró aterrizar y
su guía fue la avioneta que llevaba a Alcides Mendoza, el arzobispo de la
capital imperial, quien se retardó en Lima por gestiones impostergables. Cuando
quiso volar era imposible. El piloto de la avioneta que contrató le advirtió
que el mal tiempo no lo permitía. Le rogó
con desesperación y consiguió que lo intentara. Trataría de llegar a Arequipa
pero si las nubes negras seguían cerrando el cielo habría que desistir.
Entrevisté al monseñor y me contó que se encomendó a la Virgen del Carmen y al
llegar a Sicuani una ráfaga abrió una rendija, justo por Paucartambo. Por allí
se metió. El arzobispo no se enteró hasta después que el avión del Papa estaba
haciendo lo mismo. Ya se iba a regresar a Lima cuando vio una avioneta que se zambullía entre las brumas y la siguió con
éxito.
Lo
demás fue historia. En Qosqo lo esperaban en Saqsaywaman miles de personas
mojadas hasta los huesos. El Papa Juan Pablo II llegó en un papamóvil improvisado y lo
recibieron con un cariño que lo hizo vibrar. El pueblo alfombró con flores de
retama el trayecto del Aeropuerto Velazco Astete hasta el monumental grupo
arqueológico. El Papa santo pasó hermosas horas en olor de multitud.
Esta vez he visto al Papa Francisco
sorprendido ante un mar de manos moviéndose en un oleaje sin fin. En Puerto
Maldonado se dio con la protesta de miles de peruanos acosados en su propia
paqarina, 'lugar de origen'. En Trujillo, con otros miles del
norte que sufren los embates de una naturaleza que no tiene piedad cuando
golpea. En Lima heterogénea, ruidosa, miles de rostros verdaderos y falsos,
máscaras tras las cuales se ocultan intereses y componendas, nunca el verdadero
país. Antes del Angelus que quiso restaurar comentó la necesidad de no
desanimarse y continuar apostando por la esperanza y por la paz. No se trata de
remendar el alma sino de aguardar que vuelva a resurgir lo mejor que tienen los
seres humanos, su capacidad de amar y sentirse hermanos como quería Jesús.
Alfonsina Barrionuevo
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