domingo, 19 de marzo de 2017

S.O.S. A LA NATURALEZA


Estamos en un momento grave en que el barro estruja y ahoga el corazón en nuestro propio pecho. Tenemos un río de barro amenazando correr por nuestras venas. Escucho los gritos de las mujeres en el barro. El llanto de los niños con el barro como una garra apelmazada sobre sus carnes. A los hombres intentando resistir el abrazo hosco del barro.

Como somos Perú estamos en esa trinchera barrosa que en estos días nos invade. No quiero pensar si merecemos estas llokllas que se han desatado con furia. Este dolor que se niega en añadir su lágrima de espanto al barro. Todos sabemos que las heridas de barro que se han abierto han sido provocadas por el silencio nuestro. Lo sabíamos y nadie puede negar que arremetimos contra la naturaleza hasta que ella se rebeló de esta manea desesperante que tarda en terminarse.  

Estoy pensando en una persona que pronosticó, no el barro que nos hace temblar, sino algo peor como es la muerte. Recuerdo haber entrevistado, en las últimas décadas del siglo pasado, al insigne sociólogo brasileño Josué de Castro. Le pregunté si la explosión demográfica daría alas al hambre, uno de los crueles jinetes de la Apocalipsis. El, sombrío, me contestó. “No se preocupe por el hambre. Antes la gente se morirá de sed.”
A nivel mundial nosotros, necios, estamos destruyendo nuestro hermoso hogar, el planeta Tierra. El cambio climático que se ha ido acentuando desde 1925 cuando los periódicos del mundo publicaban sobre desastres como el fenómeno del Niño,  seguimos provocando a la Naturaleza en todos los niveles, desde los domésticos hasta los industrializados. La carrera es loca porque los que debíamos hablar, llenar las plazas en mitines, somos la mayoría, nosotros; y los que tienen la acción son una minoría que ya no se preocupa por el planeta debido a que creen que podrán irse con sus caudales a otro.
En el Perú porque la inercia es nuestra enemiga común. Los sometimientos crean a los que gritaron para adentro, lo cual es tan inútil, como enmudecer ante la opresión y el abuso.
A esta hora en que miles de familias se han quedado no sólo sin techo, sino sin nada para vivir sólo quisiera ir a las cumbres para llamarle a la Naturaleza y pedirle seguramente con Dios que me compaña, que espere, que se detenga un poco. Quisiera ir pero no puedo prometerle lo que no vamos a hacer. Esta es una encrucijada. ¿Qué podría decirle yo, solo una voz, abrumada por la tremenda pena que encarna a quienes están sufriendo más el despojo, el frío, el hambre,  la sed.
Si yo pudiera hablar con ella le prometería porque estoy en Lima que reforestaría las laderas de los cerros por donde discurre el río Rímac para contener otras descargas, para que los aluviones no encuentren viviendas incautas sino frescura de árboledas, cantos de pájaros, trinchera vegetal que ayude a respirar. Le ofrecería encausar el río Mamaqmayu (alias Rimaq), limpiarlo, evitar los desfogues mineros y otros, acabar con las aguas negras contaminantes y que vuelva a hacerse amigo. Le insistiría en hacer que haya más vida en la Carretera Central para que no esté en emergencia. Sería recomenzar con lo que se  debe hacer en el resto del país que sufre la misma pesadilla. No nos hemos preocupado por ella que nos brinda dulzuras que agotamos, quemamos y pisoteamos. Que vuelvan a ser los ríos de Lambayeque a Ica el albergue claro de criaturas dulces como los camarones de heroicas pinzas que nadan de ida y vuelta hasta las lagunas de los deshielos. Es bueno saber por Salvador del Solar que los grupos arqueológicos no se han dañado. Será porque en los viejos señoríos se sabía que era más seguro construir en las alturas. Somos millones de peruanos que no queremos que el barro mande de esa manera en los latidos, lo queremos siempre como barro fecundo, barro fértil para sembrar semillas de vida. 

Queremos siempre anochecer y amanecer con esperanza, ya lo dirá en runa simi inspirado Carmen Escalante Gutiérrez, quien sustentó el jueves dieciséis de marzo su tesis doctoral en  qechwa en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Cómo se mantienen los valores de Qosqo, cómo se lucha para defenderlos, cómo se tiene que triunfar en España, porque el idioma de las sustentaciones de tesis tienen que ser en el Perú, en español. 


Alfonsina Barrionuevo

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