domingo, 5 de marzo de 2017

RAUL PORRAS Y TORRE TAGLE

Resultado de imagen para raul porras barrenecheaLa imagen que tenía del historiador Raúl Porras Barrenechea cuando llegué de Qosqo, como un acérrimo hispanista, cambió cuando lo conocí. Aprecié su admiración por la ciudad emperadora en un prólogo de antología y me quedé pensando sobre esas opiniones equívocas que engañan. Le vi solo un par de veces pero él tenía muy buena memoria y un espíritu profundamente humano. La revista "Caretas", me pidió que le entrevistara sobre el Palacio de Torre Tagle y muy osadamente lo llamé al Ministerio de Relaciones Exteriores. ¡Qué tiempos aquellos en que se podía hablar a un ministro sin tanto trámite ni antesala!

Recuerdo a la ciudad, espigándose  en sus edificios, aire más puro, menos gente, chales de bruma en invierno y en verano chorrillos de agua que bajaban de los barrancos en Agua Dulce. El Doctor Porras me contestó que no tenía tiempo. Partía esa misma noche a la Conferencia de Cancilleres Americanos en San José de Costa Rica.  Un último viaje porque estaba muy enfermo, pero iba por el Perú. Nadie imaginó que volvería sólo para irse definitivamente.


"Lo siento Doctor, qué pena", le dije y rápidamente me contestó. "Pero, podemos hacerlo ahora". Me quedé estupefacta. "¿Por teléfono?" Para mí no era fácil porque llamaba de un anexo del Ministerio de Educación donde encontré trabajo mientras estudiaba leyes en San Marcos.
"Alfonsina, vamos a ponernos frente al palacio y yo se lo iré describiendo como si estuviéramos juntos. ¿Tiene un lapicero?"
"Adelante Doctor, estoy lista", le contesté. Fue una entrevista que duró más de media hora, sumamente rica en información porque él conocía muy bien su arquitectura y su historia. En sus palabras sentí el encanto del ambiente de esa casona montañesa que mandó construir a principios del siglo XVIII el comerciante José de Torre Tagle y Bracho, hombre de fortuna y buen gusto.
"Es un error encasillar su arquitectura en diferentes estilos siendo enorme su parecido con las casas de Santillana del Mar, ciudad que conserva su gran prestancia y señorío", comentó. "Los azulejos que se notan en la entrada y en la parte alta así como cierto arreglo en los arcos de la parte baja y los corredores le dan un aspecto ligeramente morisco, limeño, pero la solemnidad de su recinto es la misma de las casas montañesas."


Yo no tenía nada que preguntar sino apuntar. Era toda una explicación magistral y tuve la gran suerte de recibirla. "El Palacio sobrepasa las características de la casa colonial, compuesta de un zaguán generalmente oscuro que ponía un tramo  de sombra entre la luminosidad del patio y la calle; luego la sala, el traspatio, la cuadra. Esta consta de dos pisos, la parte alta con sus anchas galerías sobre el patio, donde se distribuyen los amplios y suntuosos salones, las pequeñas salas laterales, los dormitorios, el oratorio, y la parte baja destinada a los menesteres comerciales."

En ese momento la voz de la operadora sonó imperativa. "Voy a cortar. Está ocupando el anexo demasiado tiempo."
Yo no supe qué decir. Fue el ilustre historiador quien solucionó el impase al identificarse. "Señorita, el Ministro de Relaciones Exteriores está dictando unas notas. Hágame el favor de no interrumpirme." Ella fue muy cortés. "Disculpe, Doctor, puede seguir" y, muy extrañada me dejó abierta la línea.
"Seguimos, Alfonsina, en el zaguán existen unos poyos provistos de argollas, que servían para atar los caballos, y de escaleritas, para que subieran las señoras a sus cabalgaduras.  Entramos al patio y en el ángulo izquierdo existe un mascarón de proa, adorno que recuerda el cargo de Pagador Mayor de la Armada que poseía el primer marqués y que fue hereditario en su familia. Esta proa servía para pesar las mercaderías. Los cañones de la entrada eran símbolo de nobleza y en ellos se colocaba una cadena, que la convertía en una "casa de cadena". En casas como ésta podían asilarse los prófugos, ya que por una real cédula la justicia no podía ingresar sin permiso del dueño.”

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"La fachada, soberbiamente tallada en piedra con motivos barrocos, lleva al centro el escudo nobiliario de los Tagle. Los balcones primorosamente realizados dan una nota de suntuosidad al conjunto siendo una característica de la arquitectura limeña, porque desde ellos se podía atisbar la calle sin ser visto, una coquetería arquitectónica que se revela en otros lugares de la casa, ingeniosamente disimulados, desde donde se puede observar sin ser visto. Uno de los balcones es más grande que el otro, particularidad también propia de las casas limeñas. En el piso alto destacaban el gran salón, relativamente pequeño para su relieve, una hilera de piezas, el comedor al frente y a su lado el oratorio, que en la casa limeña era colocado junto a la cuadra (sala). Parece que se adoptó esta medida para facilitar el ingreso de las personas del comedor al oratorio después de la comida para rezar el rosario."
"En la arquitectura del palacio es notable la mezcla de motivos coloniales con cierto primor barroco y algunos rasgos andaluces vivaces con el atuendo y solemnidad de las casas de Santillana del Mar."

"Doctor gracias por su generosidad, me despedí al terminar. No le vi nunca más. Pero, cada vez que leo la antología de Qosqo no puedo menos que evocar su presencia patricia, mostrándome con cariño uno de los primeros ejemplares del Diccionario Qechwa de Holguín, que era un tesoro para él, según dijo. Bastó verle una vez para saber como el Dr. Raúl Porras Barrenechea, más que hispanista era un señor peruanista.

Alfonsina Barrionuevo


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