domingo, 19 de octubre de 2014

BUSCANDO EN EL MUNDO ANDINO   
                  
Me siento feliz de estar nuevamente con los Apus y Pachamamas. Salir del mundo real para  ir en su busca me renueva.  Todo cuanto existe en la naturaleza está lleno de vida, de sentimiento, de espíritu. Los nevados, los cerros, la tierra, los árboles, el mar, las lagunas, los ríos, las estrellas, el cielo, forman un conjunto de energías llmadas kawsay.
En miles de los antiguos peruanos aprendieron a percibir sus vibraciones. Lluvia, viento, oleaje, silbos, que les llegaban con voces llenas de sabiduría, ternura, protesta o reproche.
Cuando terminó mi primera sesión en la mesa mística de Mario Cama me llevó en su automóvil al hotel y fuimos conversando de estas y otras cosas. Quise saber quién era él, cómo entró a ser altomisayoq, quién le enseñó y cuánto ayuda estar  hablando con ellos. su relato fue sencillo pero muy importante para mí. Por primera vez  hablaba con un sacerdote andino y comenzamos por Qatqa, su lugar de origen, digamos su paqarina, la localidad donde él nació…
_____________________________
Del libro”Hablando con los Apus”. Alfonsina Barrionuevo

                      
EL HISTORIADOR DE CÉSAR VALLEJO                                          

Los niños de Santiago de Chuco deben aprender los poemas de César Vallejo y sentir en la piel el cariño que aquel sentía por su tierra. Por ese camino podrian valorar al vate universal y entrarían a su casa como si fuera un templo, en silencio, tal como hacen los alemanes cuando visitan  la casa donde nació  Ludwig van Beethoven.

Cuando grabé con José Luis Gonzáles un documental sobre Vallejo que titulé: “Un Pueblo: Un Hombre”, porque entendí la estrecha relación que guardó con su pueblo toda su vida, puse rosas en el dormitorio de su madre, donde nació,  mientras afuera el sol  derramaba lágrimas doradas en el  arbolillo de su patio. Para entonces había leído todos sus poemas sintiendo vivo en ellos a Santiago de Chuco.   En París la nostalgia por la tierra donde fue feliz afloraba en sus versos.
 En esas circunstancias me emocionó conocer por la cercanía a su sobrino, don Oswaldo Vásquez Vallejo, hijo de Nativa, la hermana a quien nombra  en uno de sus poemas. Se enteró del programa que tenía en el Canal 7RTP, “Descubriendo el Perú” y me visitó porque quería mostrar en la pantalla certificados de los estudios del poeta en la Universidad de Trujillo y contar detalles desconocidos de su vida. Para mí fue grato acoger su presencia en el estudio y dejar que fluyeran sus revelaciones. Había una alegría sana, dulce, que se desprendía de sus palabras. Un entusiasmo que lo hacía vibrar y trasmitir un magnetismo contagiante. Admiraba tanto al “shullka” (el último) que no decía César sino “el poeta”, con un sentimiento fuerte, impreso en el corazón.

Un tiempo después cuando le conté a Marco Leclerc, jefe de escenografía del Canal 4 AméricaTV, que había conocido al hijo de doña Natividad, hermana del poeta, me relató a su vez que tenía al Cristo de la madre de Vallejo. Se lo regaló una señora del pueblo cuando fue a hacer una grabación. Ella le dijo que había servido en su casa, que estaba muy anciana y si moría nadie cuidaría a la santa imagen. Me invitó a su departamento y la vi. Se trataba de una buena talla, de unos cincuenta centímetros. Marco agregó que ella le comentó que lo conoció desde muy pequeño y era muy tierno. Siendo niño  le quitó los clavos que herían sus manos y sus pies,  y los amarró a la cruz  con cintas de encaje.
Pasaron los años y cuando tuve un nuevo programa, “Las Maravillas del Saber”, en el Canal 2 Frecuencia Latina, don Oswaldo volvió a buscarme. Vino con mayor confianza porque ya me conocía, desbordando siempre la satisfacción de recoger los pasos del “shullka”. Tenía mucho que decir y, como yo dejaba que se desbordara como un río, olvidé preguntarle por el Cristo que no sé dónde está ahora. Marco infelizmente murió y no volví a verme con su esposa que pasaba la mayor parte de su vida en los Estados Unidos.

En esa ocasión me reveló con gran alegría que había descubierto la identidad de  “la amada y dulce Rita, de junco y capulí” a quien se refirió en uno de sus poemas. Era la hija de un hacendado, que estaba en un colegio de Trujillo, y a la que César Vallejo  enviaba  poemas y cartas. Ella tenía miedo porque las monjas eran estrictas, pero se ingeniaba para contestarle. Por cierto, no se llamaba Rita. El joven que  estudiaba en la Universidad, usaba ese nombre  para proteger el anonimato de su amada.

Don Oswaldo presentó en cámara, como una primicia, la fotografía de la colegiala y explicó que fue sorprendida justamente con el famoso poema. Las monjas enviaron una notificación a su padre y éste llegó de Santiago de Chuco contrariado y se la llevó cortando sus estudios. En esa época no les interesaba que las hijas estudiaran. Cumplían con una formalidad, como una preparación para que se casaran después.
Mi ilustre entrevistado buscó a “Rita”, en esa época ya una señora y al parecer viuda. Ella le refirió sus inocentes amores y le habló del poema que logró esconder en el oratorio del fundo que tenían. El afán de don Oswaldo los llevó al lugar, fuera de Santiago de Chuco y buscaron en los resquicios que tenía el altar principal. Quizá su padre lo descubrió antes y lo hizo desaparecer. En la conversación  reconoció que lo escribió para ella y que estaba clara la alusión a su falda de franela que usaban en esa época las niñas de colegio.  
 
Mi última entrevista con don Oswaldo tuvo lugar en el set de los ansumo o “nutrias de mar” en Pax Televisión. Había escrito un libro valioso, con datos inéditos. Su encuentro con Georgette, la esposa parisina de Vallejo, y su peregrinación al cementerio de Pére Lachaise donde descansa César Vallejo. Habló poco por la fatiga de los años sin perder la vivacidad que por momentos hacía brillar sus ojos. Para mí fue el último contacto con “el poeta” redivivo en sus vivencias, sus júbilos, sus afanes, sus investigaciones. Hoy están juntos en la eternidad y en Santiago de Chuco, su raíz.


Alfonsina Barrionuevo

No hay comentarios.:

Publicar un comentario