domingo, 12 de enero de 2014


EL IMAN DE MACHUPIQCHU

Los turistas salen de sus trenes y se lanzan a Machupiqchu como si alguien se los fuera a quitar de sus ojos. Ojalá supieran algo del santuario y caminaran con respeto conociendo que fue un lugar sagrado para los Inkas. El asunto es llegar y si alguien difundió que el “Intiwatana” es el lugar con más energía allá van impulsados por un extraño magnetismo y tienden desesperadamente los brazos. Los he visto con los ojos cerrados. Cómo no si allí el sol hace florecer sus rayos. ¡Un sueño!

Los pasajes de los trenes que van y vienen durante el día han subido enormemente.

Con razón me dijeron que viajar al santuario cuesta más que abordar un avión desde Lima para el Cusco.

De veras, los empresarios que manejan esos trenes hacen una buena cosecha de la atracción que tiene el santuario. El Cusco se beneficia sólo con un escaso porcentaje que es alto porque los peregrinos son miles. El resto sale del Perú. Habría que verificar los reales costos de su manejo. Hay que bajar los precios de los boletos. Machupiqchu tiene que estar al alcance de todos los bolsillos. 

 

 

UN CASTILLO MEDIEVAL EN CAÑETE

En medio de la campiña de San Vicente, a orillas del río Cañete y de cara al mar, se levanta imponente el Castillo Unanue. Parece que se elevara a varios pisos de altura. En realidad está asentado sobre una waka preinka.

Habría costado unos mil pesos de oro, equivalente a unos dos millones de dólares en estos tiempos. Es uno de los símbolos turísticos de Cañete pese a soportar la indiferencia de las autoridades y las remecidas sísmicas que le han hecho mucho daño.

Por 1999 don Eugenio Alarco Larrabure, tataranieto de Hipólito Unanue, quien frisaba los noventa años cuando lo conocí, me comentó que José Unanue de la Cuba (hijo de Hipólito), fue quien compró en uno de sus viajes a Alemania uno de los castillos que existían en Baviera.

Para traerlo tomó un barco que por esos días se enrumbaba al Perú. En sus bodegas trasladó gran parte del castillo. Ventanas, puertas, muebles, vidrios, mármoles, rejas, y lo desembarcó directamente en el muelle de Cerro Azul. Hoy se encuentra en el kilómetro 146 de la Panamericana Sur.

Su reedificación empezó en 1843 y se terminó por 1900. Sesenta años tardó don José para hacer realidad su sueño de tener la residencia más suntuosa de la costa peruana.

Mientras el distinguido descendiente del sabio nos ilustraba cómo fue el castillo en 1900, con fotografías en blanco y negro del castillo, fue haciendo memoria de algunos detalles.

Por su construcción, es el único en su género en América del Sur, sólo comparable con el castillo del emperador Pedro IV de Brasil, cerca de Río de Janeiro.

Siempre fue una mansión deslumbrante, y por eso Ernest Middendorf, Benjamín Vicuña Mackenna, Antonio Raimondi y Jorge Basadre la prefirieron en sus viajes.

Según Víctor Andrés García Belaúnde (“Cañete Ayer y Hoy”), el castillo se ubicaba dentro “de un bellísimo fundo de 900 fanegadas que era recorrido por un ferrocarril a vapor.

El tradicionista Ricardo Palma narraba que “los habitantes de Cañete recordaban  la figura varonil caminando por sus caminos en el más brioso potro del valle... ¡Es don José!, ¡Es don José Unanue!, decían, cediendo respetuosos el paso al rico hombre que avanzaba gallardo y donjuanero a caballo para visitar las rancherías”.

La waka le ayudó a resistir varios terremotos hasta que el sismo del 15 de agosto de 2007 removió sustancialmente sus estructuras. En la actualidad las cuatro torres coronadas con merlones y almenas, que servían para proteger el pecho de un antiguo guerrero, están derruidas. Las grietas alcanzan a las troneras y saeteras diseñadas para disparar flechas, piedras o agua hirviendo al enemigo. También están afectados los cuatro minaretes que en alto relieve inscriben la señal de la cruz como las mezquitas de Tierra Santa.

La noche del castillo llegó con la reforma agraria, el saqueo y el olvido. Así se secó el jardín botánico europeo en el que había palmeras, magnolias, nogales, pinos y alcornoques. Desaparecieron los pavos reales, patos, halcones, gorriones, chilipillos, jilgueros, colibríes, faisanes y gansos; también las tortugas y peces de colores llamados purpurinos, tornasolados y dorados.

Desde 1972, el Castillo Unanue es Monumento Histórico Nacional a cargo del Instituto Nacional de Cultura, pero son los trabajadores de la ex Cooperativa Agraria de Usuarios Cerro Blanco Unanue quienes administran el castillo.

 El municipio de Cañete no responde cuando preguntamos por el castillo. En 1999 los hermanos Vera invirtieron 30 mil dólares en los estudios de restauración, pero a los agricultores de Unanue les habían hecho creer que detrás se encontraba un inversionista más poderoso. Hasta hoy no aparece ese inversionista prometido.

Los estudios calculan que su rehabilitación para ofertarlo al turismo demandaría unos seis millones de dólares. Si así como está es impresionante, seguro que restaurado el castillo sería otra cosa.

Para la periodista alemana y filóloga de la lengua española, Verena Görtz –que estuvo en Cañete-, “es asombroso saber cómo este castillo llegó hasta aquí,  por qué se hizo tanto esfuerzo para traerlo y cómo se le dejó después abandonado”.

En su documentación se menciona la leyenda oral de  tres túneles que parten de los subterráneos del castillo. El primero se conecta con la Hacienda Montalbán a 3 kilómetros; el segundo va hacia la Hacienda Arona a 5 kilómetros y de allí sigue a  Cerro Azul; el tercer túnel saldría a la playa de Cochahuasí.

Hoy es un castillo solitario, de torres sin vigía, cuartos vacíos, túneles recorridos por murciélagos, auténtica historia que no debe echarse en saco roto. Vale la pena restaurarlo.

 

Alfonsina Barrionuevo

1 comentario:

  1. El abandono de este castillo se debe a que los hijos ilustres de Cañete no toman conciencia de esta reliquia histórica, démoslo en concesión para que algún empresario lo repare y por cincuenta años pueda recuperar lo invertido, que al igual que el castillo de Chancay pueda ser visitado ,por muchos turistas, la leyenda ahora mas que nunca cobra vigencia con este abandono, SERA LA LEYENDA DEL CASTILLO OLVIDADO, Y SU INSTITUCION BENEFACTORA EL INC. NO ESTA HACIENDO NADA PARA SOLUCIONAR ESTE LAPSUS CULTURAL, NO ESPEREMOS QUE PASE OTRO DESASTRE TELURICO Y TERMINE POR ARRUINARSE,

    Desde 1972, el Castillo Unanue es Monumento Histórico Nacional a cargo del Instituto Nacional de Cultura, pero son los trabajadores de la ex Cooperativa Agraria de Usuarios Cerro Blanco Unanue quienes administran el castillo. QUE DESDE EL CONSEJO DE CAñETE SE MONITOREE ESTE OLVIDO EN NOMBRE DE LA Democracia y en nombre de todos los hijos dispersos por el mundo.

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