EN LA MIRA
DE OXAPANPA
La gota de miel soñó que le nacían alas y se iba volando. El sol la vio y logró evaporarla en el aire probando su dulzura con deleite.
La miel toma el alcance. Su fragancia es divina, desde el cielo el astro hace un gesto afirmativo porque siente que es una ambrosía de exportación. Un endulzante natural que alimenta y es producto de la química entre las abejas y las flores de ´la pampa de paja.´En 1881 austroalemanes: tiroleses, renanos y bávaros, vencieron dos océanos en busca de una nueva tierra. En 1853 el Presidente Ramón Castilla la ofreció al Barón Damián Feibern Schutzholzhousen, firmando un contrato que no se concretó para que se instalaran 13,000 colonos alemanes a la zona del Bajo Amazonas.
Un gran grupo
de inmigrantes europeos se estableció en el Pozuzo después de una increíble
odisea. Nadie ya los esperaba. Las penurias que pasaron para llegar al lugar
fueron sin cuento porque no les dieron facilidades para trasladarse y colonizar
una comarca en la rupa rupa.
Allá fueron
con sus valses vieneses y sus mazurcas. Al principio la actividad principal
fueron los aserraderos. Los patriarcas vegetales cayeron unos tras otros.
Ahora, sus descendientes, hablan de reforestar los cerros erosionados con
pinos, lo que es muy bueno.
Sus extensas
hectáreas están registradas en papeles muy antiguos que guardan como
certificado de un sueño. Para ellos fue sorprendente encontrar otra geografía,
otra ecología, otro clima, distintos a las que habían dejado. Sin carretera que
los uniera al resto del país los pioneros que llegaron al Pozuzo fundaron un
pueblo añorando los que dejaron en el Viejo Mundo. Una parte de sus
descendientes fueron blancos, rubios, de
ojos azules que aprendieron a hablar el español como segunda lengua. Los
hombres mantuvieron un larguísimo tiempo
sus trajes de corte antiguo, pantalones con tirantes y boina; las mujeres, sus
blancos pañuelos en la cabeza, blusas con encajes hechos a mano, anchas faldas
con enaguas, y delantales.
En 1890 el
Barón Ernesto von Mullenbruck convenció a pobladores del Pozuzo para
extenderse a tierras oxapanpinas en
Pasco, más accesibles a otros pueblos.
Juliana de la
Rosa Rubio, nacida en Villa Rica, uno de los distritos de Oxapampa, ya de la cuarta generación, disfruta sus
primicias y trabaja con su esposo, mientras cría a su primer hijo. Ellos no
quieren vender sólo en el Perú sino también exportar. Su intención es poner sus
productos algún día en el mercado de sus tatarabuelos de Austria y Alemania,
para restablecer sus vínculos, así como
otros países.
Su empresa, asentada entre Chaupimonte
y Las Perlas se nutre en una tierra pródiga. Un paraíso de varias hectáreas con
árboles muy altos que soportan la coquetería de las orquídeas, -especialmente
el zapatito de reina y el boca de león, que cuelgan de cualquier rama-,
manantiales que alborotan a una avifauna abundante con agua transparente además
de cantora, campos sembrados de café, cultivos de llakhun o yacón como lo pronuncian y lo
escriben en la chala. donde la “ll” es una letra que se les muere en la punta
de la lengua.
Al natural la
raíz del llakhun es jugosa, transparente, con un sabor grato que no atosiga.
Ellos, como otras familias oxapanpinas
lo convierten en una mermelada deliciosa, ligeramente ácida que es su
mayor atractivo, y que también tiene marca de exportación. Lo mismo sucede con
el té filtrante, las cápsulas de llakhun y el jarabe concentrado que es muy
bueno siendo mejor que los edulcorantes artificiales. Después de los largos
años de reclusión, un siglo y pico, quieren dejarse sentir y conocer además el
país que los antiguos colonos adoptaron y que hoy es suyo, aunque sea
comenzando por Lima que es la más cosmopolita de sus provincias.
En el camino a
Oxapanpa es frecuente encontrar al gallito de las rocas, que es su ave
emblemática, de cresta roja muy colorida y plumaje oscuro, mientras en Pozuzo
los papagayos lucen ufanos colores brillantes. Al fondo eleva sus picos la
Cordillera Negra y una frondosa vegetación donde suele albergarse el otorongo o
jaguar, entre otros animales.
Los atractivos
son ecológicos. Lagunas artificiales, recreos donde se siente la magia de la
rupa rupa, cataratas que parecen velos de novia, paseos en caballos de paso,
gallos de pelea, e ingenios de caña con trapiches a impulso hidraúlico.
A la hora de comer pueden ofrecer a sus
huéspedes platos exóticos con carne de
monte frita y apanada. Los hombres suelen cazar con perros gallinetas y un
roedor gigante, el paka, que pesa unos 12 kilos y es buen nadador. Entre
los dedos tiene unas membranas como las palmípedas, También sirven el típico
strudel, el caldo de pelotas de carnes con arroz y harina de yuka, y la
pachamanka donde se dora el pollo en cilindros con piedras calientes al vapor.
En sus huertos
crecen generosamente pakaes, paltas,
higos, lúkumas, mangos, plátanos, piñas,
kamu kamu, aguaymanto y naranjilla o kito kito, un citrico con vitaminas. Por allí los panales de abejas suman cientos.
Sus licores son muy buenos, elaborados
con frutas. Como recuerdo vale la pena traerse unos quesos de su planta
lechera.
Juliana sonríe
cuando afirma que la iglesia de Oxapampa tiene el diablo adentro. Lo dice
por una madera que se llama diablo
fuerte de color marrón rojizo. Las fiestas principales se celebran en Semana
Santa, el 30 de agosto que es el día de Santa Rosa de Lima, su patrona, y el
aniversario de la fundación de Oxapampa. En esos días tienen lugar las peleas
de gallos, en que lanzan al ruedo a los mejores ejemplares de sus 400 cordeles.
¡Nuevos
atractivos en el Perú profundo!
Alfonsina
Barrionuevo
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