ALIMENTOS
MILENARIOS
Sucedió
ayer, una aurora de años
Hace miles de años unas manos
callosas, ásperas, pero llenas de amor, enmarcaron en la curva de sus dedos unas
hojitas que despegaban de
No tenían idea de lo que significaba
pero estaban en los inicios de
Sus sesenta y nueve culturas muestran
un largo trabajo. ¿Cómo comenzaron? Aquello siempre será inédito, propio de una
historia legendaria que nos dará una verdad a medias envuelta en velos de fantasía.
El pallar es la oreja de un personaje mágico de los valles de la costa; el padre del maní otro personaje que se solaza en una cuna de cáscara arrugada, donde absorbe esencias ignoradas; el maíz, una doncella convertida por el Padre Sol en una esbelta planta que alimenta a los seres humanos; la calabaza una madona andina regordeta, que derrama dulzuras, y así, infinidad de historias relacionadas con los alimentos.
Por primera vez tuve el gusto de conocer a un paleoarqueólogo que podía remontar el tiempo cabalgando sus olas en reversa hasta asomarse al misterio. El estudioso me puso en autos de las nuevas tecnologías para descifrar épocas remotas y yo, que me había quedado en el carbono 14 para identificar restos orgánicos antiguos, me encontré de pronto con novedades en el conocimiento de la prehistoria.
Elmo León, director de Investigaciones
en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia, doctor en
arqueología egresado de nuestra Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de
filosofía en la especialidad de prehistoria y postgrado en la Universidad de
Bonn, y otros centros especializados de Alemania, Francia y Suiza, renovó
nuestro panorama.
Su libro sobre “Orígenes de los Andes del Perú” es apasionante. Lo leí a vuelo de pájaro pero pude profundizar en aspectos interesantes en una entrevista de mi programa “Huellas del Tiempo”, de PAX Televisión.
No conozco la famosa cueva de
Guitarrero, de
Tomás Lynch, que descubrió allí nuestra
menestra, cometió una errata involuntaria. No tuvo a la mano la calibración
radiocarbónica que ubicó a su lejano protagonista mil años más atrás; dando
C. Earl Smith analizó otros restos botánicos en la misma cueva identificando por lo menos cuatro plantas que ya eran cultivadas para entonces. El frejol, la oka (oxalis.sp.), el ají (Capsicum chinense) y el “huachulla” (Solanum hispidum similar a la cocona) que posee propiedades medicinales.
“Lo impresionante, dice el paleoarqueólogo, es que estas especies proveyeron a los habitantes de esa época (más de 11,000 años) nutrientes e inclusive paliativos medicinales.” El frejol (Phaseolus vulgaris) contiene proteínas y sus vainas benéficos efectos antidiarreicos y hasta diuréticos. Por parte de la oka les proporcionó carbohidratos sumados a un alto contenido de fósforo. El ají, además de un alto contenido de caroteno tiene propiedades diuréticas.
De alllí que Smith y Kaplan sugieran que los ensayos e inicios de la domesticación de estos y posiblemente otros cultivos, pueden ser más antiguos de lo sospechado por lo milenario de este tipo de conocimiento en los Andes.
Aparte de estas especies hace 8,500
atrás, aproximadamente, se incorporaron a la dieta de la gente que habitó el
lugar la Cypella peruviana, una especie de rizoma, que ya no se usa y la
Pouteria, es decir
Poco después, en los inicios del
noveno milenio a.C. se presenta la introducción del pallar y
La cueva de Guitarrero resulta una
caja de sorpresas, porque en ella se ha encontrado también pakay (Inga.sp) y mazorcas
de maíz, de otra época; o sea que fue muy visitada.
Sobre la margen izquierda del río
Nanchoq Tom Dillehay y su grupo, Jack Rossen y Patricia Netherly localizaron
una de las más antiguas culturas Paiján, en los límites de Cajamarca y
Lambayeque. Con un fechado entre
Expertos en botánica descubrieron restos de calabaza (Cucurbita sp), maní (Archis hypogaea), quinua (Chenopodium quinoa) ciruela (Bunchiosia armeniaca), entre otros frutos y tubérculos como la yuka que sugiere una vinculación con la amazonía.
Por hallazgos realizados en Telarmachay podría pensarse que hace 6,000 años a.C se habría preparado una pachamanka, aprovechando la presencia del fuego. El hombre todavía no lo creaba ni manejaba pero sí comenzaba a utilizarlo cuando caía. Se sabe que las mujeres del norte hicieron un intento para cocinar sus alimentos poniéndolos en calabazas donde después echaban piedras calientes. La memoria de esas prácticas llega a nuestros días con el “pari”, de carnes hervidas y papa seca que se sirven con pequeñas piedras calientes.
En el Perú hay mucho por investigar y
cuando el doctor Elmo León dice que, por los huesos devueltos al Qosqo por la
Universidad de Yale, se puede saber de cuáles suyus llegaron los peregrinos al
gran santuario, sentimos que tiene mucho que aportar al estudio de nuestra
historia desde la prehistoria.
¡Es una suerte contar con un
paleoarqueólogo tan calificado que nos dará más sorpresas!
Alfonsina Barrionuevo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario