MEMORIAS
DEL TRUENO
En el mundo andino tenemos a K’aqya, ‘el
del labio partido’ porque su grito es sibilante, Illapa o Chuki illa, que son
lo mismo en el Qosqo, es decir el trueno, el rayo y el relámpago, se aprecia
como ´el resplandor del sol´. En otras partes se llama Libiak y Katekill. Su
rango es grande, porque son fenómenos naturales que sobresaltan por el ruido y
sus reflejos en el horizonte en días oscuros, cuando las nubes parecen preñadas
de hollín.
Brian Bauer encuentra que existieron
hasta dos templos del trueno en el Qosqo imperial. Si examinamos los que se
mencionan más abajo pueden ser hasta cuatro. El anunciador de la lluvia era tan
importante que estuvo en el Qorikancha. Debe ser porque a más de
Inti illapa quiere decir ‘el trueno
del sol’, el cual estaba puesto en unas ricas andas de oro. Pachakuti Inka
Yupanki manifestaba que era su Guauque,
es hermano y lo tenía en su casa o palacio de Tococache, donde queda el
barrio de San Blas ‘y hacíanle gran
veneración… en la misma casa o templo… (donde) estuvo el cuerpo del dicho Inca
Yupanqui…’
Aasaypata habría sido otro templo del trueno por lo que escribe Polo de Ondegardo. La tercera waka del octavo seqe del Chinchaysuyu ‘era una fuente llamada Aasaypata, que estaba junto a donde es ahora la casa de Cabildo, en la cual decían los sacerdotes de Chuncuilla ´que se bañaba el Trueno… y fingían otros mil disparates´ (Allí hay una modificación de Cobo que le pone Aacaypata, pensando seguramente en la plaza. Aasaypata habría estado en una residencia imperial, pues el licenciado, dos veces corregidor de Qosqo, indica en párrafo aparte que la quinta waka ‘…era un buhio llamado Coracora (herbazal, dice Jorge A. Lira)…en que dormía a vecex Inca-Yupanqui que ahora están las casas del Cabildo……´
En la gran plaza
principal, Hauqaypata, estaba Q’asana, la residencia de Wayna Qhapaq, tan
grande, que tenía un manantial en el cual también se bañaba el trueno. Polo de
Ondegardo lo reseña. ‘La quinta guaca del
sexto seqe del Chinchaysuyu ‘era el palacio de Guayna Capac llamado Cajana,
dentro del cual había una laguna nombrada Ticcicocha, que era adoratorio
principal…’
‘Alcancé mucha parte de las paredes, que eran de cantería
ricamente labrada…, que mostravan haver sido aposentos reales y un hermosísimo
galpón, que en tiempo de los Incas, en días lluviosos, servía de plaç(z)a para
sus fiestas y bailes…’’’dice
el Inka Garcilaso. ‘Era tan grande que
muy holgadamente pudieran sesenta de a cavallo jugar cañas dentro en él.’
Doña Marcelina
Loayza decía que, ‘en una comunidad del
Valle Sagrado, donde hay un manantial, la gente aseguraba que se bañaba el
trueno.´ Sucedía cuando, después de retumbar en el cielo, caía el rayo
junto a sus aguas y las iluminaba. Es la
mentalidad andina, plena de poesía.
En las alturas se
puede ver diferentes fenómenos naturales en un espacio extendido entre cerros y
abras. La perspectiva es magnífica. En un extremo, lloviendo. Un poco más allá
sol, abriendo su linterna. Siguiendo en el mismo sentido truenos y rayos. Al
centro, viento fuerte y, más allá, cielo nublado. Este triple o cuádruple
espectáculo no se puede ver en las grandes ciudades que están a menor altura y
con el espacio tugurizado.
Continuando con el
trueno. A mediados de junio de 2011, Rina Vargas Uscamayta, guía oficial de
turismo, visitó a mi pedido Huch’uy Qosqo, en las alturas de Calca. Al
conversar con Mauricio Quispe Inquiltupa, de la comunidad que cultiva las áreas
circundantes, le manifestó que el verdadero nombre del grupo arqueológico es
K’aqyakawana Ayllu, ‘el mirador del trueno”. Víctor Angles, en su libro ‘Historia
del Cusco Inca’, cita el mismo nombre cuando se refiere a Huch’uy Qosqo. Así
debe ser.
Cuando Betanzos
alude al peñol adonde se retiró el Inka Wiraqocha con su hijo Urko lo llama
exactamente: ‘Caquea Xaqui xaguana’ como creyó escuchar y, si bien su qechwa no
era excelente, le sirvió para comunicarse.
El nombre se debe
a que, en tiempo de lluvias, se contempla desde allí una cantidad de truenos y
rayos que revientan al frente, en la otra banda del río.
Sabiendo que el rayo rompe rocas al
caer se puede conjeturar que el templo del trueno de Machupiqchu, una gran
piedra o wanka, fue partida en dos por un rayo. Se puede ver en un pasadizo en
el mismo espacio donde está el del cóndor.
Al abrirse la roca quedaron dos puntas
majestuosas hacia arriba, como un grito y el trueno, según el habla popular, es
k’aqya, porque tiene el labio partido. Los arquitectos inkas las aseguraron con
cercos de piedra pulida, para que no se deteriorasen o destruyeran, con el
tiempo.
Alfonsina Barrionuevo
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